PUEBLO DE MUJERES   

(fragmento de la Novela...)

Entonces rememora algunos de los casos que se han ido conociendo.  

            - Por ejemplo ahí está Cande.  A esa la dejó el marido con sus cinco niños.

            ¿Creerán el condenado, pronto se supo se buscó una gringa y según dicen, a esa ya le enjaretó otros cinco escuincles, pues como siempre dijo, su anhelo siempre fue  llegar a completar una docena de hijos…?  

            Como ella igual le pasó a Gudelia, la hija de don Anselmo el talabartero.

            Su marido al parecer por aquí andaba muy bien portadito. Ah, pero en cuanto llegó por allá, para pronto se buscó una Pelos de Elote.  De él ni sus luces, pues con los paisanos con quienes laboraba, afirmaron ya le habían  perdido el rastro.

            Sólo habían contado, que los chamaquitos de allá, le salieron todos güeritos…, a pesar ser él tan prieto… Por eso lo criticaban tanto…, y decían…  ¡Vaya usted a saber qué clase de enjuagues se traiga la tipa esa con la que andaba tan acaramelado…!

            Acá quedó ella con sus tres chamaquitas, a quienes traía vestiditas con puras garras. Mejor las puso a trabajar en las casas ricas, a fin salir adelante con el gasto, y vestirlas con los redrojos que les regalan las patronas. Al menos con eso visten mejor.

            Marina críticamente reflexiona… - Sí…, mejor por fuera, pero en realidad lo único que logró, fue por ejemplo que Rosy su mayorcita, le saliera con su domingo trece, con esa niña que parió,  la hizo Abuela.  A ver, ahora tiene otra boca qué mantener.

            Eso sí, del flamante marido ni sus luces.  Del dinero prometido, nunca mandó nada,  sabrá Dios si de verdad lo haya ganado o ya ni duda, tal vez ande de mantenido con su Güera.  Cuando piensa en eso exclama…  ¡Ay Dios…! ¡Se ve cada cosa hoy en día…!

            ¡Por eso una pierde la fe…! -  A su juicio, el destino allá donde se iban, sólo era un lugar extraño, donde habría muchos más llegando, sus hijos entre ellos, haciendo la lucha para acomodarse sin lograrlo, justo por ser tantos,  cuantos ahí se juntan.  

            Se siente defraudada. De los hombrecitos ya se lo esperaba. Pero le da cosa con sus niñas, a quienes sabe soñando ya desde ahora, con que algún día en cuanto crezcan, seguirán esos mismos pasos, creyendo con eso lograr salir de la pobreza, la cual aunque no quiera, reconoce por acá siempre imperó.

            Pero a sí misma se refuta cuando afirma,  así ha sido desde cuando ella recuerda. Porque aquí la gente vive muy sana…  Vean nada más la tía Remigia, ya tiene más del siglo y anda girita todavía, aunque nunca conoció ni comió de otra cosa, sino de cuanto Dios manda a sus hijos que viven por acá…

            Piensa…  ¿Mis hijas llegarán a esa edad…?

            Nacieron de ella, pero por cuanto ve, en cuanto crezcan tal vez se irán por allá, lejos de su maternal vigilancia. Por eso las cuida tanto, aunque sabe son rebeldes, todo por estar escuchando las historias, cuando van a las clases en la escuela del pueblo.

            Cómo añora el tiempo cuando ella misma estuvo jovencita… De eso han pasado muchos…,  demasiados años. Que sepa, jamás renegó de estos lugares… El pueblo sería pobre, pero se vivía una vida feliz… ¿Qué no…?

            ¿Por qué, se pregunta, a sus hijos no les habría gustado esta vida que desde el tiempo de  los ancestros, se ha ido  llevando en esta parte…?  

            Acá nada ha cambiado, sigue siendo el mismo pueblo, todo se repite igual como cuando era niña.  Como quien dice, aquí no pasa nada, porque simplemente el tiempo no pasa. Pareciera ser eterno…

            ¡Pero así es como a ella gusta…! ¿Qué tiene de malo…?

            Estará feo, tierra por todos lados, sin servicios…, pero ella lo ve bonito.

            Aquí sí se puede andar para todos lados sin temor a sufrir algún asalto, como cuentan quienes han ido a la ciudad, donde las despojan hasta de los huaraches que llevaron a vender.... No cree lo hagan por necesidad, que para andar en esas calles todas parejas, los huaraches simplemente nada sirven.

            En cambio aquí, ella misma ha caminado mil veces esas mismas calles polvorientas,        Recuerda no faltan esas mañanas frías, inundadas de niebla, ni el susto que dan las tolvaneras que a mediodía se forman,  de esas que dan escozor al sufrirlas, por supuesto  soportando el calor con que el sol abraza una tierra siempre sedienta, y el alivio que se siente en las noches frescas, cuando se suavizan un poco los rigores que durante el día se fueron incubando…  

            Eso es vivir. Todos siempre lo supieron, por eso hay tanto viejo en el pueblo que para ellos el tiempo no pasa.  Muy cierto, Marina lo admite…  Un día dura una eternidad.          Pero así es como ella ha ido viviendo, sabiendo su destino final será contar con un pequeño sitio ubicado en el panteón del pueblo, donde cuando muera será inhumada, para ponerla ahí juntito a la tumba donde quedaron los restos del Tata, de la Mama y  más de alguno de los tíos y tías, quienes se fueron muriendo y a ella le ha tocado ver, cuando en aquella tumba abierta en el suelo, los despojos de todos luego de limpiarlos eran juntados, para permitirles entrar al nuevo cajón, no sin antes depositar dentro, los huesos de los anteriores difuntos que ocuparon la tumba, para al meterlos, quedará de nuevo toda reunida la familia, tal como debe ser, pues todo mundo sabe, serán familia por toda la eternidad…  Es cuando enojada se dice…  

            ¡Así es como debe ser…! ¡Así lo mandan las leyes…!

            Cierto…, no sabe cuales, pero afirma, eso debe hacerse así, pues la familia unida hasta en la tumba, sorteará mucho mejor,  los apuros que se pasen en el más allá…

            Luego sigue reflexionando, pues aún no acepta cuanto está viendo de írsele sus hijos y dejar con ella acá las nueras… …

            Si vivían tan bien, comiendo de cuanto el campo daba…

            Nadie renegaba como hicieron a últimas fechas quienes se calificaron a sí mismos de emigrantes… Por eso piensa…

            Muy cierto, la diferencia se dio cuando más de alguno de este pueblo emigró y al parecer tuvo éxito. Ese y los demás que lo siguieron, comenzaron a triunfar, luego se emocionaron otros, más en cuanto estuvieron mandando dólares, que al tipo de cambio, realizado con el único que podía cumplimentarlo, como era don Chón el usurero que fungía como prestamista, allá iban a la Casa Grande para entrevistarse con él, sabiendo era el sitio indicado, donde aquellas remesas recibidas, se convertían en un montón de billetes, los cuales traducidos ya en moneda nacional, al saberlo otros, y sobre todo al escuchar los comentarios, se pudo ver, cuánto atrajeron la atención de muchos más, de cuantos aún estaban por acá, quienes incentivados, igual se dispusieron para comenzar a prepararse, en eso de seguir los mismos pasos, creyendo con eso, al retornar para vivir de nuevo al pueblo, serían en verdad ya ricos…, por tanto merecedores del respeto de los paisanos, para pasarla aquí, sí, muy cierto,  pero  viviendo una vida diferente. 

            Con temor y aprehensión, escuchaba cuando las niñas jugando a lo suyo, hablaban cómo también ellas soñaban con irse a vivir en ese país extranjero. El corazón se le estruja, pues sabe por allá, a las mujeres las convierten en putas, o las meten a robar a quien pueden, con pretexto de hacer el amor…, como lo que contó Pachita, la hija de Alberta la que se quedó sin ojo cuando le saltó una astilla de la leña que cortaba. Esa muchacha cuando volvió, ya no se llamaba Pancha, sino Gladys…

            ¡Huy…! ¿Pos´ d´ónde la bautizaron con ese nombre…? Ah y llegó muy presumida, luciendo los que llamó mallones, que no eran ni por pienso parecidas, a las medias de popotillo que desde siempre, las damas en el pueblo han utilizado…    

            Ella no quiere que sus niñas se conviertan en eso…    

            ¿Acaso no estaba bien, si mejor se quedaran por acá…?

            Bueno, admite, muy cierto, aquí se vive con muchas carencias, pero al menos pensaran, gracias una vida de esfuerzos, ella todavía tenía un pedazo de tierra propia, además aquella milpa que le fue heredada, de donde podían obtener el sustento, a base de trabajarla.  Y si los hijos varones se fueron…

            ¿Para quién iba ser todo eso, si no fuera para dejárselas a ellas…? Porque desde cuando se fueron los muchachos, por razón natural, piensa más en la manera de cómo   beneficiar las pequeñas, dado los grandes ya no están por acá.  

            Muy cierto, las niñas siguen con ella, esperando crecer para convertirse en mujeres de provecho.  Sabe debe atenderlas y sobre todo cuidarlas, conociendo cuán vulnerable es una muchacha cuando crece, por ser entonces cuando deberá enfrentarse a un mundo hostil, dado también a últimas fechas, los vagos en este pueblo han proliferado…, diría ella…, demasiado….  Son esos que han venido de otros lados… De pronto invadieron y a ver, los recibieron y ahí están las consecuencias, ni trabajan ni nada…, sabrá Dios de qué se mantengan, pero eso no es asunto suyo…  Andan por ahí medrando sobre todo a las mujeres, todo para quitarles qué sé yo, algo de lo suyo…  Se juntaron acá con los que sin ser huérfanos, quedaron en el abandono desde chicos. ¡Hicieron buena mancuerna…!

            Son las consecuencias que se ven en aquellos  que crecieron sin la mano férrea de un papá, que simplemente no los educó, por haberse ido aventurar.

            De esos hubo muchos…, ya después, o no regresaron, o se volvieron cadáveres. Convencida se dice…   ¡Vaya si ella lo sabe…!

            En verdad, últimamente abundan los léperos, igual como quienes aparte de practicar la vagancia, se convierten en tipos peligrosos, pues actúan  peor a los maloras que se ven en otros lados.

            Sabe de estos, cuánto a últimas fechas han proliferado y las mamás aunque no quieran por no ser complacientes, no tienen las agallas suficientes para meterlos en cintura. ¿Cómo lo van a hacer, si las dejaron abandonadas…?

            Quienes pagan los costos de dicha mala educación, por desgracia, son las chicas que apenas van creciendo. Pero no se crea, a últimas fechas se ha visto, cómo bien les gusta a muchas de estas, andar buscándole tres pies al gato, dado les encanta andar metidas en eso del tilingo, lingo…, por eso se dejan invitar a los bailes, dizque para ahí conseguir un marido…

            ¡Grandísimas tarugas…! Mejor deberían irse a rezar en la Iglesia, por ser ahí  donde llegan los hombres buenos… En cambio en esos que califican como antros de vicio, quienes ahí van a presentarse son los vagos. Ellas felices yendo para ver qué les sale por ahí… Piensan podrán pegar su chicle con alguno de ellos, sin ver cómo andan más pránganas que nada.

            Molesta al pensar en eso simplemente, deduce…  

            A ver, digan… ¿Qué les pueden ofrecer…?  Si se ha visto esos con su afición que está de moda en eso de fumar la hierba mala, andan que no tienen ni en qué caerse muertos… Es cuando por andar como andan, sin un quinto en la bolsa, se dan los asaltos hasta en plena luz del día… Y dicen hasta ha habido violaciones…, que hacen a las damas en plena calle, si acaso se esconden debajo un portalito, de esos que en el pueblo vecino hay varios, porque ése sí es un pueblo típico. Al menos eso dicen…

            Tales tipos a nadie respetan, pues al parecer, no ven lo que sea de verdad la dignidad de una dama, sino sólo se fijan que por ser una hembra, a ellos se les permite soñar en poseerla, pensando solamente les pueda servir, para con ella satisfacer sus bajos instintos, mancillando los anhelos que tiene la mujer, lo cual siempre, cualquier persona que se considere ser decente, calificará  de bajas pasiones.

            Ya cuando mira sus nenas, siente el corazón se le estruja…

            A sus gemelitas las adora, tal vez porque le nacieron al último, no conocieron papá.          La desgracia se les vino, cuando el marido se había ido al más allá, dejándola embarazada y con no saber ni qué iba hacer cuando nacieran…

            Vinieron al mundo flacas y esmirriaditas…, pobrecitas ¿Cómo no…? Si en esos días de desconcierto, no tuvo con qué alimentarse bien, provocando nacieran con muchas más deficiencias a los varoncitos.  Pero a últimas fechas, las ve más recompuestas, pues cuando ya se organizó, como quiera no les ha  faltado sus tortillas y atole por las mañanas.

            A ver, lo que hace el alimento. Se han puesto ahora muy bonitas.

            Ahí las ve, espigaditas y graciosas, pero sobre todo muy acomedidas.

            Siempre pensó, ellas serían el báculo de su vejez, y luego rectifica,  si es que no se le van por ahí, donde ya jamás las pueda ver…

            Vaya si se sacrificó por ellas. Recuerda los trabajos que pasó, con tener qué sostener un hogar que ya contaba con cuatro hijos y fue cuando llegaron ellas. Entonces tuvo que luchar para mantener a seis. Pues ni modo…

            Tuvo qué agarrar el chirrión por el palito. No era cosa de dejarse vencer, menos con tanta boca como debía alimentar y dos más,  que apenas iban a nacer…  

            Pero nacieron bien, las recibió con una alegría desatada, se puso feliz al conocer habían nacido hembritas, sabiendo por fin Diosito, le había enviado dos chiquitinas, a cambio de su desaliento cuando antes recibiera sólo varoncitos.

            A ellas como mujercitas, entendió desde un principio, habría que cuidarlas, luchando aún contra ellas mismas, dado sabe, en cuanto una mujer crece fantasea y  eso lo ve también muy claro, buscará cuanto antes independizarse, dejando atrás cuanto viviera en el hogar, sin importarle qué ocurra a la progenitora, a pesar siempre vio por ella. Huy, vaya si se clavan en tal forma, de no escuchar razones…

            De que se van ir, lo sabe…, se van a ir…, es la ley de la vida, pero si puede, ella quisiera prolongar un poco más, el tiempo antes que se vayan.