ENFERMO DEL ALMA  (2)

(fragmento de la novela)

Rememoraba eso, sabiendo ya había pasado, para terminar concluyendo algo que sabe bien no tiene respuesta…

            ¿Porqué siempre las penas se cargan en quien piensa que no las merece…?  Su pensamiento vuela a las ocasiones cuando alguno de los amigos, quedaba postrado en el lecho. 

            Él si lo visitaba, algo que no gustaba mucho, igual le compadecía, pero de plano no entendía por qué se quejaba tanto…

            Ahora se daba cuenta, cuán solos quedan los que enferman.  Ahora sí, como dirían las abuelas…,  ¡se junta el hambre con la necesidad…!

            Lo malo aquí, que el enfermo era justamente él mismo.

            Pero no todo son pensamientos negativos, tiene también sus ratos en que igual recuerda, cuando estuvo bien de todo a todo, cuando al parecer el mundo, incluyendo en ello su esposa  y cuantos giraban a su alrededor, le sonreían. Era cuando su vida tenía sentido.

            Pero resignadamente se confiesa…

            -  Todo eso ya pasó, apenas si quedó en el recuerdo…  

            Que él se acuerde, conscientemente jamás hizo nada para dañar a otros.  Al contrario, en su último cargo como Jefe de Recursos Humanos de la compañía donde laborara, siempre tuvo presente, que si recibía respeto, lo menos por hacer, era brindar lo mismo a los demás…

            Fue un lema que siempre trató de cumplir.

            Escuchaba a todos, conocía sus problemas y si podía ayudaba, eso por saber que si podía hacerlo, ponerlo en práctica cuesta menos que imponer lo que uno piense.

            Ese fue el último cargo que en ese entonces detentara, utilizándolo no tanto para él, sino para poner sus cualidades al servicio de los demás.

            Que recordara nunca buscó sacar provecho propio, ni menos perjudicar alguno, aunque hubo algunas ocasiones en que debió imponer su autoridad, pero fue obligado, por deber  buscar el provecho de todos cuantos estaban laborando ahí, pero lo hizo sin avasallar a ninguno en lo personal.  ¡Sólo había sido cumplir las indicaciones que recibía…!

            Su lema siempre fue ser justo…, eso por ser el Jefe de Recursos Humanos, dado era un puesto en el que manejaba mucha gente, procurando no dañarla, como quien dice, siempre estando al servicio de los subordinados…

            Quizás por ello al repasar, por ese lado intuye, en nada le remordía la conciencia.  ¡Trató de nunca hacerle mal a nadie…!

            Y si lo hizo no fue con la intención de obrar mal, sino por lo mismo de no entender lo que otros podían sufrir.  ¿Cuántas ocasiones llegaban con él para hacerle saber las penas que pasaban en sus casas…? 

            Cierto los escuchaba, de ahí en más no hacía algo más, a veces por no poder, otras por no querer, apegándose a las normas, dado en ese aspecto las reglas eran estrictas.

            ¡Qué de cosas no se enteró por confesiones propias de quienes por tener el puesto que tenía, lo agarraban de confidente…!

            ¿Y ahora qué pasaba…?  Pues nada menos… ¡Estaba solo…!

            Todos los demás seguirían viviendo por su lado y…, aunque doliera, él también seguiría vegetando por el suyo…

            De verlo a él,  que antes por estar sano convivía con todos,  ahora cuando se siente tan dañado ninguno arrima, dejando que él sólo buscase la manera de minimizar sus dolencias…  

            Si bien  también se dice, total, así está mejor…

            No quiere lo vean doblándose por la dolencia y si alguien estuviera con él, debería actuar como si no dañara tanto, como si quisiera dar ejemplo de un estoicismo que no logra adquirir, pues vaya si agobia a decir basta…  Ah, pero esa reflexión vino hasta cuando ya nadie venía.          

            ¿Resultado…? Todos los amigos  se han ido retirando…

            Los que siguen preguntando,  son apenas unos cuantos.

            Sigue reflexionando… ¿Cuántas veces no había debido soportar penas que ni siquiera fueron suyas…?  Y ahora a nadie tiene.

Aunque ya los entiende, por estar pasando él mismo por algo parecido.

            Reconoce, realmente antes no entendió lo que era estar encamado. 

            Como cuando su esposa sufrió la extirpación de la vesícula.

            Esa vez, con tanto trabajo como tenía, él no entendió debería haber estado más cerca ahí con ella, junto a su lecho de dolor…, pero en realidad, en esos días no había entendido qué pasaba, pues si la veía sonriente, pensaba estaría bien, entonces la pasaba pensando que día a día estaría mejor, y en nada abonaría fuera él quien la estuviera viendo.   

            Todo por no entender cuánto bien se puede hacer a un enfermo que sufre,  con el simple hecho de acompañarle.

            ¿Eso pasó con la que fuera su mujer…?  Pues sí, pero…

            ¿Acaso la despreció por no haber estado a su lado…? ¡Para nada…!         Se dice, no fue por no quererla, sino por no estar sabido y no entender, cuánto bien recibe quien sufre, el que otra persona al menos esté presente y comprenda su sufrimiento…

            Lo vino entender mucho después, cuando ya le operaron de aquella fractura, la cual por andar queriendo hacerse el gracioso, al brincar en una zanja, logró conseguir se le quebrara un hueso.

            Lo pusieron en reposo forzoso.

            Fue cuando comprendió lo que significa estar enfermo.

            ¿Antes…, cómo iba saberlo, si toda su vida anduvo sano y activo…?         Esa ocasión, comprendió cuán importante es para una persona, el saber que alguien se preocupa por uno.

            Cuán agradecido quedó con su mujer, quien aunque refunfuñando y todo, pero lo estuvo viendo…  Si hasta eso, lo reconoce y agradece.

            Ah, pero lo mejor de todo fue que aprendió la lección.

            A partir entonces, se propuso trataría de comprender también los sufrimientos físicos de los demás.

            Como cuando aquellos dos subordinados se accidentaron.  

            Cuando iba a verlos, ya no hablaba como antes, repitiéndoles frases tontas, de esas que el enfermo sabe, se las dice el visitante sólo por compromiso, por quedar bien, o por no tener algo más qué decir.

            Fue cuando se propuso, en adelante no minimizaría jamás el escuchar las penas ajenas…  Y cuando lo piensa, se dice…

            ¡Si hasta eso lo fue cumpliendo…!  Aunque fue de dientes para fuera.

            Con eso su prestigio de Jefe de Recursos Humanos y su reputación de hombre bueno creció a decir basta, pues todos entendieron algo tan simple que antes no había presentado…

            ¡Era tan humano, como humanos eran aquellos a quienes trataba…!

            Que recuerde, a partir entonces, actuó más bien al contrario de antes, pues en muchas ocasiones, viendo las necesidades, si no se quitó el pan de la boca, fue porque lo entregó completo a quien lo necesitara.

            Bueno…, al menos eso es lo que él piensa. ¿O acaso exagera…?

            No está en este momento para pensar si hizo bien o hizo mal, sólo recuerda esa fue la tónica que siguió.

            Cómo recuerda el caso de Venancio, aquél amigo a quien amputaron una pierna.  El pobre hombre sufría de diabetes.

            Un día cualquiera se causó una herida mínima que descuidó,  en adelante no se compuso más.       Aquella cortada insignificante se infectó, la pierna se gangrenó, a modo la hinchazón fue subiendo hasta que la pierna completamente moreteada, ya hasta olía mal. 

            Sencillamente no se pudo salvar el miembro y…

            ¡Se lo amputaron….!  ¡A partir entonces, el hombre quedó cojo…!

            Esa ocasión, bien recuerda, sí le dolió, tanto cuanto estuvo muy triste de ver al amigo sufriendo, más, con sólo pensar que algo por el estilo le pudiera ocurrir.

            Pero luego se conformó, sobre todo cuando un día pudo ver al amputado, quien con mucha voluntad, hasta una prótesis había mandado confeccionar, con la cual se veía, pareciera caminar normalmente, aunque fuese despacio, utilizando las  dos piernas, ya no sólo una.

            Quienes lo conocían  bien sabían, esa pierna falsa al apoyar en ella, de seguro dolería demasiado, a modo el pobre hombre que la traía utilizando, por mucha voluntad que tuviera, de plano mejor no la usaba, sabiendo cada vez de ponerla, las dolencias se multiplicaban, con el riesgo de causar nueva herida y tener qué sufrir nuevas amputaciones.

            Después de un tiempo dejó de verlo…, mas no de recordarlo.

            Pero vaya si su ejemplo caló muy hondo…  Sobre todo lo rememora ahora, cuando la dolencia enerva y siente se puede morir sin saber qué irá pasar…, más sabiendo con cada nuevo ataque, el dolor golpea peor al anterior, algo que causa un desasosiego tal, que no haya ni cómo poder soportarlo…

            Recuerda otros amigos, cada uno con sus problemas. Siendo honesto admite, en general todos  padecían de algo.

            Algunos se quejaban de más, otros estoicamente aguantaban sus dolencias… ¿Y él…? ¿Qué actitud debería tomar…?

            Sabe, el estoicismo nunca fue su fuerte. Intuye, en cualquier chico rato no se aguantará y tendrá qué comunicar a todos lo que está pasando. 

            Aquí es cuando de pronto, su mismo pensamiento le hace recapacitar… Sonríe tristemente al reconocer…   

            ¿A todos…? Pues… ¡Qué optimista…! ¿A quiénes…?

            Si ahora vive completamente solo y su alma.

            Su esposa, aquella compañera que tan bien se comportó cuando enfermó, después de fútiles discusiones, o  tal vez cansada de él, simplemente lo dejó,  para correr quizás detrás de otro sujeto, por supuesto alguien más joven, a pesar tanto cuanto él trató de beneficiarla…

            Por lo menos eso es lo que afirma.

            Por su parte, los hijos agarraron su camino, cada uno está en lo suyo y de seguro cada quien tendrá sus problemas... Por tanto…  

            No tienen tiempo de venir, menos para estar escuchando los achaques de él, que se dice ser ya un viejo decrépito…, o por lo menos así es como lo consideran, aunque no crea serlo todavía, pero ya se va convenciendo, tal vez tengan razón.

            De todas formas, ni él interviene en sus vidas,  ni se apura demasiado de ver, cómo ellos no se preocupan más de él.  Reconoce…

            ¡Bastante tienen,  con vivir lideando los avatares que se les deben presentar con sus parejas…!

            ¿Y los amigos…? Ahora que lo recuerda se da cuenta, casi  todos, uno a uno  se fueron retirando… Ahora cuenta algunos con los dedos de una mano y de plano le sobran dedos…

            El único que sigue viniendo de vez en cuando es Sergio, aquél que siendo todavía muy joven, él benefició al brindarle trabajo, a pesar saber, apenas había estado preso, no sabía si fue por haber cometido un ilícito, o por un falso testimonio contra él.

            Sólo había relatado que le acusaron de haber violado tumultuariamente a una damita. Ésta supuestamente no supo ni con quién perdió y achacó su desgracia al primero que encontró que fue él, cuyo nombre era tan fácil de recordar. 

            Recuerda, aquél muchacho le cayó bien, por tanto no indagó mucho.

            Sólo pidió correspondencia  cuando lo contrató… Recuerda le dijo…

            - ¡No me defraudes…!  - Y reconoce, hasta la fecha, es el único que se preocupa por enterarse de vez en cuando de su estado, sobre todo sabiendo que de su salud dependería el tener ganas de seguir viviendo.

            No puede venir más seguido, por laborar ahora en una factoría que queda bastante lejos, pero al menos de vez en cuando, llama para hacerle ver, lo sigue recordando y lo acompaña en ausencia.

            Fuera de ahí, hay otros dos que también se preocupan por hacerle sentir acompañado. ¿Y los demás…?  ¿Tantos otros como se suponía fueran sus amigos…?

            Si los tuvo, ya no están…, si antes, dígase al principio le llamaban al menos por  teléfono, ahora hasta eso han dejado de hacer…  

            En cuanto supieron tanto de su divorcio como de su enfermedad,          ¡Ninguno lo hace…! Hasta le da la impresión que no sólo le rehúyen, sino quisieran borrarlo hasta de sus pensamientos, para no tener qué mencionarlo en las charlas cuando se juntan los amigos.

            Sabe bien, algunos no quieren involucrarse, por saberse amigos de su mujer antaño, pero otros sí lo hacen por haber cimentado una buena cordialidad con Martha su mujer, a quien miran como víctima de él, a quien califican como hombre malvado…   

            Por eso mejor no vienen, pues… ¿De qué van a platicar…?

            Menos pensando que él les contará algo de cuanto está sufriendo…  Pero a fin de cuentas…

            ¿De qué más puede platicar ahora…? ¡Si eso está viviendo…!

            Así la cruda realidad es que está solo con sus achaques.  

            Lo admite si hasta eso, pero no le gusta.   

            Como está a solas, volteando a mirar su entorno para sí repite…

            Si llegara morir, encontrarían mi cadáver hasta unos días después, eso sería cuando ya comenzara apestar, o cuando finalmente viniera doña Cándida, aquella señora que contrató para hacer la limpieza en la casa, la cual viene una vez  cada semana.  

            ¡Una mujerona con un genio de aquellos!

            Es el día cuando esté como esté, lo echa para fuera. Siempre alega…       ¡No le gusta que esté estorbando en los quehaceres que ella va cumplimentando…!

            De comer, a duras penas lo ha logrado solventar, yendo a traer dos veces a la semana un poco de comida, adquirida en una cocina económica donde  sabiendo es cliente asiduo, para él  preparan viandas en porciones, por saber le servirá para varios días, con eso come lo que puede y guarda lo sobrante en el refrigerador, consumiéndolo recalentado…  

            Por ese lado ni se apura, al fin y al cabo a la vuelta de la esquina está aquel lugarcito, donde cada vez de ir, le componen en los toppers que presenta,  las raciones que se lleva.  

            Hasta varios de esos recipientes debió comprar, dado su mujer, nada de eso le permitió sacar del que fuera su hogar por tantos años.

            Así muchas veces la comida se rezaga o admite, en ocasiones hasta se echa perder, debiendo tirarla.             

            Honestamente en muchas ocasiones ni la consume.

            No es por nada, pero vaya si extraña el delicioso sabor casero como antes disfrutara con la dama con quien viviera.

            Al recordar esto, sonríe al rememorar cuando estando satisfecho a decir basta, mejor regalaba la comida,  era entonces cuando se decía...

            ¡Al cabo yo…,  ni hambre tenía…!

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Comentario por juan ignacio arias anaya el septiembre 22, 2017 a las 6:51pm

José Ignacio Velasco Montes 

Qué buen pensamiento me presentas. 

No es lo mismo veinte que cuarenta,. eso dice mi señora cuando le explico que yo antes tuve... 

Y me dice estás ya en la edad de los tubos, porque ahora no los tienes. 

Cuando se jubila uno, lo que sobra es tiempo libre. 

Qué largos se vuelven los días y si no sabemos aprovecharlo, de seguro el organismo mismo tratará de suplir con dolencias, lo que no le damos ahora libremente. 

Saludos 

Ignacio 

Comentario por José Ignacio Velasco Montes el septiembre 22, 2017 a las 2:36pm

Muy completo con esta segunda parte que por profesión conocemos muy bien. A cuántos vimos, a cuántos ayudamos,  atendimos, visitamos y... que dijo el tiempo, lo que se  dice del viento: "Recuerda el viento lo que escuchó ayer".

Más bien no. Ese mundo paralelo que vivimos todos, es para el que tenemos que estar preparados. Y de forma habitual, si das 10, es posible  que recibas al menos tres.

Moraleja, da al menos 1000 para que se acuerden de ti al menos una docena

O se duro y feliz teniendo tu otro mundo: libros, deportes, animales: un perro da más compañía que 100 humanos.

Que digo yo.

Juan. Me ha encantado y me ha traído miles de recuerdos. Pues de encargado de alumnos médicos y enfermeras, auxiliares y demás, acabas sabiendo mucho de la especie humana, ¿es humana o inhuman?. Ja, ja, ja,

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