“NOSTALGIA DEL ABSOLUTO” DE GEORGE STEINER
En su obra, Nostalgia del Absoluto, George Steiner realiza un análisis de tres grandes interpretaciones del hombre y su mundo tras la muerte de Dios, o la caída del paradigma de la Iglesia: el marxismo, el psicoanálisis y la antropología de Lévi-Strauss. Estos movimientos han procurado llenar el vacío que la religión iba dejando con su retirada, su lenguaje no es el mismo y sus metáforas tienen un aroma nuevo, pero según Steiner:

“Esos grandes movimientos, esos grandes gestos de la imaginación que en Occidente han tratado de sustituir a la religión, y al cristianismo en particular, son muy semejantes a las iglesias, muy semejantes a la teología que pretenden reemplazar. Quizá podríamos decir que en toda gran batalla uno empieza a hacerse semejante a su oponente”.

Steiner sostiene a lo largo de todo el libro que estas explicaciones no son otra cosa sino “mitologías” y “construcciones alegóricas” que derivan directamente de la imagen religiosa del mundo que han tratado de reemplazar. He aquí la paradoja: la muerte de Dios ha dado lugar a otros altares, donde suben los nuevos dioses con aspecto de hombre que trabaja en un laboratorio y los paraísos se presentan ahora muy distintos a aquel que describiera Dante. Esto no quiere decir que no se reconozca el valor racional y explicativo de las monumentales construcciones, tanto de Marx como de Freud, sino que no se ha cumplido el deseo de Layo y tampoco Edipo ha muerto: siempre vuelve; la ciencia no ha matado a los dioses y estos se refugian en los lugares más lejanos, pero también en el propio hogar del científico.

Al analizar el movimiento marxista, Steiner nos devela el paraíso escondido detrás de las vestiduras técnicas de los manifiestos y libros de Marx y Engels. Los jóvenes que han entregado sus vidas a las causas marxistas, no tenían como causa eficiente la lucha contra las injusticias del avance técnico, sino que estaban firmemente convencidos, esperanzados, con fe, en el paraíso de igualdad: Steiner lo describe de la siguiente manera:

“Me gustaría detenerme aquí y ofrecer algunos detalles, pues seguramente esta es una de las claves del misterio de por qué muchos de los hombres y mujeres jóvenes más valiosos de las generaciones pasadas, ante la evidencia absolutamente aplastante de los campos de concentración, ante el estado policíaco tal vez más brutal que se haya conocido nunca, ante el cesarismo asiático de Stalin, continuaron sin embargo sirviendo a esa causa, creyendo y muriendo por ella. Si se quiere comprender el fenómeno de esta clase de conducta, sólo puede hacerse a la luz de una visión mesiánica y religiosa, de la gran promesa que dice que te abrirás paso a través del infierno, hundido en él hasta el cuello si es preciso, porque estás en el camino señalado por el destino, en el camino profético hacia la resurrección del hombre en el reino de la justicia. Precisamente porque el escenario milenarista de la redención del hombre y del establecimiento del reino de la justicia sobre la tierra continúa fascinando al espíritu humano (tras haber sobrevivido mucho tiempo a sus premisas teológicas), cualquier experimento en la esperanza dispara la imaginación mucho más allá de los hechos políticos.”

En definitiva, el marxismo es, según Steiner, una mitología en la plena acepción teológica: tenemos la visión del profeta, Marx; los textos canónicos que son legados a los fieles por el más fiel de los apóstoles, Engels; el conflicto entre los herederos ortodoxos del maestro y los herejes; leyendas e iconografía; su propio vocabulario; sus emblemas. El marxismo le susurra al creyente en el oído: “quiero de ti un compromiso total. Quiero de ti una implicación total de tu conciencia y persona en la dedicación a mí”.

(Lo que antecede constituye una breve explicación de su libro: “Nostalgia del absoluto”. Biblioteca de ensayo. Edición Siruela)