“¡Señores periodistas!”, empezó diciendo Bruce, al mismo momento que se ponía de pie y pasaba la correa, que sostenía la pequeña UZI, por encima de su cabeza, para finalmente ir a posarse sobre su hombro, quedando el arma automática a la altura de su cintura, como gesto nítido de amedrentar a los presentes. Y sin prestar atención a las preguntas que los periodistas habían empezado hacer, dijo: “Estoy muy contento que ustedes hayan aceptado nuestra invitación a ésta conferencia de prensa. Para nosotros, es decir para el ‘Ejército Confederado Patriótico’ es muy importante tener una estrecha relación con la prensa… -y desde el grupo de periodistas, que estaba al frente de Bruce, una voz femenina lo interrumpió.
“Usted habla como si estuviera dando una conferencia de prensa en Hollywood, pero en realidad, en nuestro camino a ésta entrevista hemos visto nueve cadáveres, nueve personas que han sido fríamente asesinadas por ustedes, y además, aquí, en éste edificio, hay más de mil personas en calidad de rehenes. ¿Es ésta la manera de cómo el Ejército Confederado Patriótico da sus conferencias de prensa?”
La prensa, en su camino al edificio federal del CDM, ya había empezado a transmitir palabras e imágenes. Todos, quienes seguían las noticias, vieron en la televisión cómo los heridos y cadáveres eran llevados, en camillas, por los paramédicos a las ambulancias estacionadas en el parqueadero la Estación del tren. Y en la entrada principal fueron vistos los “Skinheads”, vestidos de uniforme militar, insignias nazis y portando poderosas armas de asalto. Una vez adentro, al fondo del lobby y cerca de la puerta de vidrio de seguridad, en donde “Alice” hizo su simulado drama de la “pérdida de su cadena de oro”, podía verse el lugar elegido en donde se llevaría a cabo la entrevista.
Desde lejos destacaban los símbolos de los terroristas que adornaban el lugar. Había una gran bandera confederada extendida, de 2×4 Mtrs, cubriendo la pared, y sobre ésta, las letras doradas que mostraban el nombre de la organización terrorista “Ejército Confederado Patriótico”. Además, otras tres banderas pendían de sus astas, siendo escoltadas cada una de ellas por un terrorista, metralleta en mano, de la organización respectiva. Aquellas banderas representaban a las tres diferentes organizaciones que conformaban dicho movimiento extremista: El Ku-Klux-Klan, la Nación Aria y el Neonazi. En tres simples palabras, los supremacistas blancos de América, que habían logrado absorber a otras, más pequeñas pero idénticas. En América había otras organizaciones antigubernamentales, que se les acercaron en un principio, pero, tan pronto se enteraron de su identidad racista y su opción terrorista, la abandonaron.
Bruce, ‘el capitán’, estaba sentado en medio de aquel fondo abanderado, escoltado por dos “Skinheads”, ex miembros de la antigua “Dirección Unificada” que había dado origen a la actual organización. Bruce, sonreía angelicalmente como dándoles la bienvenida al grupo de prensa, mientras descansaba su metralleta automática, UZI, sobre sus muslos. Su apariencia física no difería en nada al común de la mayoría anglosajona americana, aunque en el fondo de su corazón hervía un descomunal odio por quienes eran diferentes a él…
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El argumento de la novela surge de la palpitante actualidad, de las tragedias que vivimos todos los días, en la cual su frondosa imaginación le da un curso novelesco. No es una obra fantasiosa ni futurista, sino dramáticamente verosímil y actual; y aunque los personajes tienen nombre propio, estos son desnudados y mostrados transparentemente no sólo en acciones sino en sus motivos e intereses. La novela presenta la secuencia casi fílmica de lo que sucede actualmente, la que termina en escenas que ojala jamás sucedan, aunque los acontecimientos actuales nos están demostrando, en luctuosos hechos de amenazas y agresiones, que todo puede suceder.