'Elvis' a los cines

Elvis vive. Baz Luhrmann ya nos lo recordó en 2014, cuando anunció sus intenciones de llevar a la gran pantalla la vida del divo. De Elvis Presley, se entiende.

Aunque el director de Moulin Rouge y El gran Gatsby también tiene fama de artista maximalista y caprichoso. Sus películas son ambas cosas y Elvis, que llega a los cines este viernes, 8 años después de aquel anuncio, no es ninguna excepción. Una película sobre todo grande. Grande como Elvis y grande como el ego de un cineasta... peculiar.

Con sólo seis películas, Baz Luhrmann, es uno de los autores cinematográficos más reconocibles de las últimas décadas. Su tono es único, su estética es única y su desvergüena es legendaria. Su primer largo, el no muy conocido Strictly Ballroom de 1992 que dirigió con menos de 30 años, multiplicó en taquilla su presupuesto. Lo multiplicó por mucho.

Esto permitió a Luhrmann salir de su Australia natal para embarcarse en su primer proyecto Hollywoodiense: la influyente Romeo + Julieta con Claire Danes y Leonardo DiCaprio. El resto es historia... e historia del brilli-brilli.

Elvis comienza y termina con el logo de Warner Bros, su productora, dibujado con gemas y dorados, en un efecto lisérgico que anuncia lo que viene a continuación: dos horas y media de trance. La capacidad hipnótica del cine de Baz Luhrmann es indiscutible. Porque en el fondo todos somos urracas fascinadas por los objetos relucientes. Y Elvis reluce. Mucho.

¿Quién es Elvis?

Evidentemente, parte de esa luz procede de Austin Butler, intérprete fundamentalmente televisivo que, entre otras cosas, compartió 20 episodios de Las crónicas de Shannara con la española Ivana Baquero. Él es el Elvis de Baz Luhrmann desde el principio... hasta el fin.

Y quién es el Coronel

Precisamente por el final comienza Elvis, la película. Pero no por el final de Elvis, el mito, sino por el de Thomas Andrew Parker, conocido como "El Coronel" y perpetuo manager de la estrella de Tupelo, Mississippi. ¿Quién interpreta a este extraño personaje en la película? Nada menos que Tom Hanks.

Con todos ustedes, Tom Hanks

Con un maquillaje muy curioso, que al tiempo oculta y potencia sus facciones, Hanks colabora por primera vez con Baz Luhrmann. Una asociación extraña que podría darle al actor un nuevo Oscar. Porque a Tom Hanks todos los papeles podrían darle un nuevo Oscar. Él, como Meryl Streep, es esa persona.

¿Oscar asegurado?

¿Y para Butler? ¿Habrá premios para Austin Butler por encarnar a Elvis? Es pronto para saberlo, pero pocas cosas les gustan más a los premios de cine que a) un personaje real, b) un tragedia, c) un seminovato refulgente y d) la entrega total a un proyecto demencial. Austin Butler como Elvis cumple esas cuatro condiciones.

n algunos momentos Elvis (la película) se tranquiliza. Coinciden esos momentos con los instantes en los que Elvis (el personaje) no está todo lo arriba que puede estar. Efectivamente, esos momentos son pocos. Desde el primer minuto, el filme es una ametralladora de imágenes que los fans de Baz Luhrman gozarán salvajemente. Y los fans de Elvis. Eso incluye al 99,5% de la especie humana.

El tamaño sí importa

Y es que la escala de la Elvis-manía es uno de los conceptos que Luhrman quiere contar con su película. El tamaño del fenómeno y la velocidad a la que se produce: el cantante se convierte en superestrella a los veinte años. Estrella y mito sexual.

El sexo es importante

He ahí la palabra clave: sexual. Ya saben, aquello de "Elvis la pelvis". La cámara de Luhrmann y la, ejem, pelvis de Austin Butler, se coordinan para que le espectador comprenda qué pasaba en aquellas primeras filas, compuestas sobre todo de chicas jóvenes, de los primeros conciertos de aquel chico que cantaba y se movía "como los negros".

Black lives matters (to Elvis)

La conexión de Presley con la cultura y la sociedad afroamericana es uno de los ejes de Elvis. Vemos en la película a B.B. King (Kelvin Harrison Jr.), Sister Rosetta Tharpe (Yola) o Little Richard (Alton Mason). Y a Elvis adorándolos.

La mujer de

Priscilla también sale en Elvis, claro. Su historia es, evidentemente, una nota a pie de página, pero cómo contar la historia de Elvis sin su esposa Priscilla. Para encarnar a esa mujer que se convertiría más adelante en su propio (y maldito) mito pop, Baz Luhrmann elige a otra intérprete curtida en series: la australiana Olivia DeJonge.

Planetas compatibles

Pero el responsable de Moulin Rouge sí logra llevar la historia de Elvis a su mundo. Es más, demuestra que Elvislandia y Luhrmanlandia son planetas, si no similares, sí compatibles. Tanto en los comienzos de Presley, rurales y un poco cutres, como en su tramo final, decadente y recubierto de pedrería.

El viaje

Todas las películas son, en mayor o menor medida, viajes para el espectador. Pero por "viaje" podemos también definir ciertas experiencias basadas en el consumo de drogas alucinógenas. Elvis es las dos cosas: un viaje narrativo y un viaje sensorial. Un subidón tremendo seguido de un bajón iluminador. Un viajazo.

El mayor espectáculo del mundo

Porque Elvis es muchas cosas a la vez. Elvis es el autorregalo de 60 cumpleaños de un director de cine que no pasará a la historia por su buen gusto, pero sí por sus pocos complejos y su concepción del cine como espectáculo más grande que la vida. Elvis es la aproximación quizá definitiva a una vida y una obra difícilmente contable sin mostrar su desproporción, maravilla y, sí, pedrería. Elvis es una película extrema, exagerada, tremenda y apabullante. Una obra total a la que se puede acusar de muchas cosas (superficial, dispersa, incongruente...) pero desde luego no de no querer ser, como le dice el Coronel a Elvis "el mayor espectáculo del mundo".

  • Yuli Valdivia

    Es un pelicula que quiero ir a ver.  Siento no haber vivido aquella época.