Gregorio nació grande. Era el más robusto de los bebés que esa mañana desgarraron el aire con su primer llanto.
Y siguió siendo grande.
En su infancia, jugaba con sus amiguitos como si fuera un gigante bonachón; en su juventud, fue basquetbolista, y al llegar a la vejez, todavía era un tipo enorme, aunque ya se había comenz…