Geisha, imagen tomada de Internet
La conocí en Kioto cuando ella recién había cumplido dieciocho años. Nos hicimos amantes. Era muy extraño. Fuimos felices durante catorce meses y después, la vida nos separó. La última noche juntos y el ritual. La estera de junco, un par de almohadas de seda. Una mesita baja y, ahí un tintero y una finísima pluma de bronce. La tinta negra con ligeras vetas gri…