No termino de leerte
Moriste
sin mirarme siquiera por última vez.
Te moriste sin aviso ni esperanza.
Dejándome aquí en esta área desolada
donde todo me habla de ti,
entre estos libros que dictan tu nombre
y en estos poemas que alteran el pulso.
Te moriste al amanecer
cuando el imperio del sol
apenas empezaba a germinar.
Moriste así nomás
para que no supiera de tu abandono,
de tu vuelo defi…