Navegando un rato por la página encontré el articulo "Gatos y escritores" de Ismael Lorenzo. Aparte de ser un estupendo texto, desconocía el dato que señala de las preferencias por los felinos de los autores en concreto que menciona, pero la verdad, no me extraña. Como bien reseña, la actitud distante de los gatos y al tiempo -según les conviene- amable, casa muy bien con determinado tipo de personas, muchas veces artistas, muchas veces intrépidos soñadores o modernos vanguardistas.

Y es que el gato ya nació moderno desde sus albores;

Desde tiempos remotos este animal, -por denominarlo de algún modo ya que personalmente me parece que ocultan almas humanas escondidas - ha sido apreciado, adorado, demonizado, mistificado y reconocido por diversas civilizaciones y también por otros tantos gloriosos autores.

Como en “La leyenda del gato-vampiro de Nabeshima” de tradición muy popular en la era Edo japonesa o “El gato negro” de Poe, la actitud entre mística y misteriosa de los felinos, con características añadidas muchas veces sobre humanas, ha sido transcrita por numerosos literatos demostrando de este modo cuan mágica es la influencia de los mininos ante las personas debido a su carácter apartado, jerárquico e imprevisible pero al mismo tiempo hogareño, protector y compañero. 

Resulta muy sencillo identificarse con ellos ya que poseen muchos de aquellos valores que los humanos, tanto hombres como mujeres, admiramos como virtudes en otros siendo destacable su pertinaz independencia, su sigilosa sensualidad, su belleza o su agilidad tanto física como mental, por poner algunos ejemplos.

Esta mezcolanza de sensaciones que uno obtiene al enfrentarse a la presencia de un espécimen de la especie es lo que le confiere esa magia y le dota de su atractivo tan característico.

En mi viaje por Egipto acudía emocionado a una de las salas en el museo de El Cairo donde me aseguraron que podían hallarse las momias de grandes prohombres, así como sus utensilios personales con miles de años de antigüedad y ciertamente, no me defraudó la visita. Aparte de hallar lo prometido me sorprendió encontrar diversas momificaciones de gatos junto a personajes históricos tan notables, lo que me llevó a deducir que si Ramsés II y otros de su importancia lo consideraban un Dios, por algo sería.

Y es que, divinidades aparte, la presencia de los felinos domesticados en aquella época era de vital importancia para la conservación de la salud o la seguridad, ya que estos se dedicaban naturalmente a la caza de ratones y serpientes que asaltaban los graneros y cosechas manteniendo de este modo a las alimañas a raya y proporcionando una salubridad que anteriormente, con el uso de mofetas y comadrejas, otras civilizaciones no tenían. De ahí la premura, según cuenta la leyenda, con la que los griegos de la época se ufanaban por negociar con Egipto el comercio de gatos, cosa a la que evidentemente se mostraban reacios debido a la implicación divina que le otorgaban, hasta que de algún modo robaron varias parejas y así comenzó su difusión mas doméstica por la zona. Desde entonces, la extensión por el globo del felino ha sido imparable y se encuentra enlazada a la misma historia y progresión de la humanidad.

 En todo caso, sin pretender alargarme en el tema, al gato-compañero se le calcula desde su derivación salvaje hace 130.000 años hasta su verdadera y peditada domesticación que se relaciona junto a los humanos desde hace unos 9.000 años con lo que queda patente la fidelidad- aunque fuera de pura conveniencia por parte de los felinos- con la que nos acompañan desde los albores mismos de la humanidad, ya sea como ente divino o como protector indispensable del hogar.

O simplemente, como amigo y compañero constante de aquellos que escribimos vehementemente en la madrugada y hallamos la inspiración, la magia, el misterio y la sabiduría que guardan al fondo de sus bellos ojos plagados de noche.

(Valga esta nota como cariñoso recordatorio a mi gata "Miss", a mi fabuloso "Pepito" y al díscolo "Misigus" que andarán cazando ratones por el cielo)