El Festival de Cannes es conocido por ser la representación más ostentosa de la industria del cine con sus alfombras rojas plagadas de estrellas, fiestas millonarias y yates de lujo adornando la costa azul durante doce días del mes de mayo

Pedro Almódovar y Jessica Chastain, presidentes y miembro del jurado de 2017

Pero, para los cinéfilos, es más conocido por formar parte de la historia del cine, un lugar en donde se ven algunas de las mejores películas del año (aunque no tanto en los últimos años) y con una tradición de respeto y prioridad a las críticas de los especialistas. Sin embargo, a partir de 2018, todo cambia y muchos de los más de 4.000 críticos que cubren el certamen francés están enfadados. Muy enfadados.

Además de prohibir los selfies en la alfombra roja y declararle la guerra a Netflix al prohibir la participación de películas que no se estrenen en cines franceses, el jefe del festival, Thierry Fremaux, declaró a una revista francesa que la proyección de la primera película de competición diaria -que suele proyectarse para la prensa a las 8:30 de la mañana- ahora se proyectará a las 19:00 en el segundo teatro disponible, la sala Debussy, al mismo tiempo que la gala tiene lugar en el Grand Auditorium. De esta manera, no solo habrá colas más largas de periodistas impacientes esperando entrar a la sala (que tiene 1.068 asientos en comparación a los 2.300 de la principal, cuando el festival supera las 4.000 acreditaciones de prensa), sino que las críticas pasarán a un segundo plano, publicándose horas o días después de que las noticias de glamur y la alfombra roja se hayan publicado.

Lo mismo sucederá con la proyección habitual de las 19:00 -que solía tener su premier con público tres horas más tarde. Ahora la prensa la verá en la mañana del día siguiente, provocando retrasos en las publicaciones o periodistas trabajando más horas de lo acordado, al verse obligados a atender a las proyecciones de las 22:00 y las 8:30 del día siguiente.

Según Fremaux, la decisión es para “proteger los intereses de productores, directores y actores de las criticas negativas”. 

Pero, nos preguntamos, si la película no merece una buena crítica, ¿por qué la prensa tiene que dejar de ser relevante para un certamen que tiene una larga tradición de atraer a los críticos de todo el mundo?

Al parecer, Fremaux lleva años disgustado con los bloggers, tuiteros y periodistas que publican su juicio en pocas palabras en redes sociales. Pero ahora, los enfadados son los críticos.

El Sindicato Francés de la Crítica de Cine publicó una carta el pasado lunes, acusando a Fremaux de no haber “buscado otras soluciones” como la imposición de embargos, a lo que los críticos y periodistas estamos acostumbrados. El Sindicato añade que esta decisión tendrá un impacto negativo en la cobertura del certamen, obligando a los periodistas a declinar entrevistas al no ver las películas a tiempo o producir menos contenido ya que muchas publicaciones no estarán tan interesadas.