Se publica el libro autobiográfico que el  director Roman Polanski escribió hace 30 años donde detalla con precisión el día que pasó con la niña de 13 años Samantha Geimer

Roman Polansky y su abogado Douglas Dalton en el momento de las diligencias por la presunta violación de Samantha Geimer

"¿Pensé quizás que jamás llegaría a conocer a todas las bellas mujeres con las que soñaba si seguía siendo un bajito habitante del gueto de Cracovia o un campesino de Wysoka?". 

Roman Polanski se inquiere a sí mismo, quizá espoleado por una caricia del remordimiento, sobre el sentido de todo lo escrito hasta llegar aquí: más de 500 apretadas páginas en las que el cineasta repasa con una claridad prodigiosa cada uno de sus logros, cada una de las heridas, cada uno de los cuerpos. 

Las preguntas de arriba aparecen en el último capítulo de sus Memorias publicadas hace más de 30 años y que ahora ven la luz en español (Malpaso) ligeramente ampliadas, debidamente matizadas y en absoluto corregidas. Ni una coma. La versión de 1984, fecha de la primera edición, sigue siendo la válida.

Por aquel entonces, acabada la película Tess, Polanski se sintió desfallecer. Tras el largo episodio de su acusación por violación a una menor y la posterior huida de Estados Unidos, el director regresó a su Polonia natal para llevar a escena Amadeus, de Peter Shaffer. 

El reencuentro con el paisaje de su infancia tras una vida entera entre París, Londres, Cannes, Roma y Los Ángeles, le dejó, así lo reconoce, exhausto. Pensó que el cine era ya parte de su pasado. Contaba con poco más de 50 años cumplidos y casi 50.000 vidas vividas.

.Y lo hace justo antes de reconocer, dolido y hasta indignado, el verdadero motivo del libro: "Ahora se me considera universalmente, bien lo sé, un perverso enano libertino. Mis amigos -y las mujeres de mi vida- saben que eso no es cierto".

Sharon Tate le corta el pelo a Polanski, 1968

Y, tal vez, esta última frase da con la medida precisa del relato. Todo el libro se estructura alrededor del cine y el sexo, de la pantalla transfigurada en la piel del deseo, de forma tan desangradamente sincera como, admitámoslo, entretenidísima.

Pronto las salas oscuras se convirtieron para el niño del gueto que vio cómo su madre fue deportada rumbo a la cámara de gas en algo más que una obsesión. Blancanieves y los siete enanitos; Larga es la noche, Carol Reed; Hamlet, de Laurence Olivier, o las cintas cómicas de Laurel y Hardy son los títulos grabados en lo más profundo de la memoria.  "Tuve mucha suerte. No perdí la virginidad con una vieja prostituta, sino con una chica mucho más experta que yo que hacía el amor porque yo le gustaba y porque disfrutaba".