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Comentario por juan ignacio arias anaya el junio 22, 2018 a las 10:34am

José Antonio Sifuentes Jaimes 

En todos los pueblos existen las leyendas 

Basta interiorizar un poco, para darse cuenta, vienen de muy lejos en el tiempo 

Saludos 

Ignacio 

Comentario por José Antonio Sifuentes Jaimes el junio 21, 2018 a las 7:19pm

Muy interesante, como todo lo que nos muestras, es bueno de vez en cuando enterarnos de estas leyendas que están cruzando el atlantico...

Comentario por juan ignacio arias anaya el junio 13, 2018 a las 6:37pm

José Ignacio Velasco Montes 

Antes que nada, me gustó tu exposición,

acerca de alguien,  que creció sabiendo  del dichoso Sacamantecas. 

Cierto se usaba para espantar a los niños 

Y lo peor de todo, que aún se utiliza, aunque la verdad sea dicha 

los niños actuales, con tanta serie de personajes oscuros, 

ya no tan fácil se ponen tensos. 

Era el COCO de los niños españoles. 

O el ropavejero que quería comprar niños chillones y otros que se portaban mal. 

Me agradó que tuvieras tu propio saca mantecas y que no le tuvieras miedo 

Saludos 

Ignacio 

Y 

Comentario por juan ignacio arias anaya el junio 13, 2018 a las 5:59pm

Ma. Emilia Fuentes B. 

Épocas oscuras, pero a ver, son nuestros ancestros... 

Saludos 

Ignacio

Comentario por juan ignacio arias anaya el junio 13, 2018 a las 5:58pm

Laura 

¿Acaso no se menciona, que éstas leyendas, crispan los nervios...? 

Pero hay qué conocerlas por lo menos. 

Saludos 

Ignacio 

Comentario por José Ignacio Velasco Montes el junio 13, 2018 a las 4:31pm

En Extremadura, mi tierra, el sacamantecas era conocido para asustar y manejar a los niños díscolos, pero era mucho más común usar el Hombre malo del saco, que se aceptaba que se llevaba a los niños malos y no los volvían  a ver.

He de reconocer, --por mi conducta-- que me fui varias veces con el hombre del saco, y comí con él cosas muy raras, como, cardos , gato, perro, lagarto y hormigas fritas con caramelo. La verdad es que le que yo creí que lo era, no le tenía miedo, era tan pequeño, pero sólo era un albañil que se portó conmigo muy bien y de vez en cuando venía por mi y nos íbamos de camping.

¡Jo!, que dura era la vida en aquellos años de después de la guerra civil, y cuánto aprendí de la realidad gracias a lo que me explicaba  Alfredo, ese era su nombre, y era maestro, pero hizo la guerra ¡equivocado! y estuvo suspendido por un tiempo y un día vino para despedirse de mí, comió en mi casa, pues lo invitaron mis padres agradecidos por su conducta y se fue a la escuela que le habían dado en  Laredo, Cantabria.

Que sea feliz después de tantos años como hace que no sé de él. Realmente por mi edad y la suya, supongo que dormirá el sueño eterno de los justos, pues para mí él lo era.

Me ha gustado y nos da ocasión de exponer ideas y recuerdos de todos nosotros.  Enhorabuena por tus escritos.

Abrazos para todos.