Betulia Santander  Colombia, es un    pueblo maravilloso, rodeado de  exuberante vegetación plasmada en sus montañas y sus valles  cultivados con  los frutos de la tierra donde sus moradores son el ejemplo de la verdadera convivencia de  lugar sano, tranquilo y un excelente  vividero  como  una sola familia… Y como en cualquier lugar de la tierra existen historias, cuentos y anécdotas  con las cuales se podría escribir miles de novelas, quedando   insertadas en la mente de los lugareños para  luego trasmitirlas de generación en generación. Les  comparto una historia ocurrida hace mas de 50 años   narrada por mi padre.

 Epaminondas Muñoz oriundo de San Joaquín  Santander y residenciado en Betulia desde su niñez cuando sus padres llegaron a vivir en una de las veredas del pueblo  junto a tres hermanos menores,  era un hombre de estatura alta, contextura gruesa, cara fileño, nariz aguileña, de tez blanca, pelo liso y un mini bigote  estilo Hitler; Estaba casado con Cornelia Plata una humilde mujer de bajita estatura, cabellera abundante y negra lo cual mantenía siempre convertida en una  trenza que ceñía su cabeza, sus ojos color miel  al natural como todas las damas de esta región que estampan  su belleza nativa, sin maquillaje ni retoques,  seductor  atrayente y auténtico  de las mujeres en  mi  tierra.

 Esta pareja cumplían  doce  años de casados y tenían  ocho hijos en condiciones  precarias  por  el trabajo   escaso, ella lavando y planchando ropas  y el señor trabajando de obrero raso en las diferentes fincas del pueblo,  por ello  se les dificultaba darle a sus hijos todo lo necesario y aparte de eso su relación era muy inestable,    manteniendo   continuas discusiones por diferentes motivos económicos  y  de alcoholismo y en uno  de sus múltiples altercados Epaminondas  decidió acomodar sus dos mudas de ropa en una marusa como suele llamarse allí a ( talega o bolsa elaborada en fique) y  en horas de la madrugada  se despidió de su esposa  e hijos como lo hacía cotidianamente al salir a sus labores diarias, pero  como alma que lleva el viento  se esfumó sin dejar rastro ni sombra  acerca de su destino, abandonando  una mujer  a la deriva   con ocho niños pequeños para sacar adelante y sostener;  Pero como todas las mujeres de esta tierra santandereana,   trabajadoras, luchadoras, guerreras,  nada les queda grande, ella sola trabajó hasta el cansancio, con el sudor de su frente sacando sus muchachitos adelante.

 Pasados dos días   y como  Epaminondas no  regresaba del trabajo, Cornelia  decidió ir a buscarlo  donde sus patrones, lo cual se encuentra con una noticia preocupante para ella;  Él no había vuelto a sus labores diarias  expresaba su patrón y ocasionándole una angustia muy grande   decide  acudir a las autoridades del pueblo auxiliada por los vecinos del lugar para iniciar la búsqueda de su esposo.. Los habitantes de la zona al conocer  la noticia de la desaparición de Epaminondas de  forma misteriosa, sin conocimiento cierto sobre su paradero, tejieron   infinidad de anécdotas sobre lo supuestamente ocurrido:   Unos decían:   “Que  en el río Suàrez se había ahogado” ya que el solía ir a pescar allí o  “quizá  estaba por los lados de la Cueva de la Reina y se había perdido dentro de ella”, otros decían “Quizá   en las montañas del florito  internado  en el monte no encontró la salida y quedó al acecho de los leones y tigrillos que  abundan en la zona”…Todo el pueblo lo buscó por largo  tiempo,  en el  rió,   el monte,  en  todas partes, hasta que las cosas fueron llegando a la normalidad y Cornelia se concientizò  que su marido estaba muerto desistiendo  en  la búsqueda  y seguir trabajando para criar a sus hijos  sola con ímpetu y coraje,   pero jamás volvió a enamorarse ni contraer nuevas nupcias.. Se fue  a vivir a una pequeña parcela cedida por un compadre    en la vereda Santa Bàrbara  a cambio de su trabajo en las labores domésticas de  la casa grande, los chicos mayores crecieron se casaron y le dieron varios nietos a Cornelia lo cual eran su mayor riqueza y  fortaleza para vivir.

  Pasados   veinticuatro años  que Epaminondas se había desaparecido,  el  estaba viviendo en el Socorro Santander desde el momento que se había marchado de su casa,  trabajando incansablemente con unos hacendados y  después de mucho tiempo decidió con el dinero ahorrado comprarse una tierrita y también un carrito que el patrón le vendió de segunda donde el transportaba diariamente la  leche de cántaro y legumbre desde las fincas cercanas  a la casa de mercado del pueblo. Permanecía aún soltero,  había vivido en dos oportunidades con   mujeres de esa regiòn  pero  las cosas no funcionaron y ahora estaba  solo y cada vez le acechaba el deseo de  volver a Betulia y conocer  sus hijos, saber de ellos, poder abrazarlos, decirles que él estaba vivo y verificar si ellos  lo estaban  e incluso   si Cornelia aún vivìa en ese lugar...

 Epaminondas  deseaba  devolver el tiempo y poder rehacer todo el daño que hizo en  su partida sin dejar rastro.  Él se había organizado en la ciudad, tenía una finquita  y un carrito que había adquirido con esfuerzo y sacrificio  y cuando conoció la noticia sobre la inauguración de la carretera a Betulia,  decidió ir en su carro  hasta el pueblo, llegar allí desapercibido y buscar  su familia; Por eso emprendió el viaje  en horas de la madrugada cuando los gallos cantaban sus sonatas vespertinas,  decidió llegar de sorpresa para cerciorarse si alguien lo recordaba y así fue como ese primer Domingo de Agosto con  los primeros rayos del sol  a las 4 de la mañana decidió emprender el retorno a Betulia.

En esos momentos en el pueblo estaban  preparando la  visita  por primera vez del señor Gobernador departamental  quien sería el encargado de la inauguración de la  carretera Betulia- la Cuchilla donde se uniría con la carretera Zapatoca – San Vicente - Bucaramanga y así los moradores tendrían acceso a estos tres municipios y la capital del despartamento. El despacho municipal    había recibido   una notificación donde el   gobernador recién electo el cual aún no conocían,   visitaría  ese Domingo  el municipio con el fin de  inaugurar la carretera, motivo que unió fuerzas entre  el Alcalde y el señor cura párroco  para  organizar un recibimiento portentoso  ya que  era  la primera vez que un gobernador visitaba el pueblo y era una fecha muy especial, por eso sería el mejor evento realizado en  Betulia  por muchos años..

Enviaron invitaciones a las veredas para que los moradores   hicieran presencia en el pueblo, una de las indicaciones era  asistir  con ropa blanca,  pantalón, camisa y  alpargatas blancas en son de paz, armonía y agradecimiento. Los preparativos no se hicieron esperar,  se organizó una comitiva de los personajes más importantes y los señores más acaudalados para que ellos dirigieran el evento,  los mejores músicos del pueblo arribaron con sus instrumentos afinados para recibir al importante personaje que visitaba el municipio, las señoras que tenían mas sazón fueron las encargadas de preparar la comida para los visitantes y el pueblo en general  lo cual en una caseta armada al lado de la  parroquia  se elaboraba toda la comida que se repartiría ese día: “chivo, pepitoria, gallina, sancocho, carne asada, tamales, empanadas, en fin  una delicia al paladar  y al lado se armó otra caseta con las bebidas. “Guarapo, chicha, masato, cabuya y aguardiente”.

Llegó el Domingo 7 de Agosto,  la plaza del pueblo, las calles y  las gradas del atrio estaban  repletas, todos con banderas blancas, bolsas de pétalos de flores y canastas llenas de papel picado y en cada esquina del parque cantidad de voladores para el arribo del Gobernador,  incluso una alfombra de lado a lado del parque para que  no se ensuciara los zapatos...Eran las 10 de la mañana y con la enorme alegría divisaron a lo lejos el carro del gobernador e inmediatamente todos organizaron la calle de honor y se dispusieron a ocupar el mejor lugar donde pudieran observarlo y saludarlo  y tan pronto el carro apareció en la esquina del parque la cantidad de voladores sonaron a la par en todo el  pueblo, el repique de campanas indicando el segundo toque a la sagrada eucaristía con el invitado especial desplegaban  impresionante armonía con los tiples y guitarras que tocaban al son de estas las canciones de la época entre ellas las del maestro  José A Morales, quedando el carro  inundado del millar de pétalos de flores, papel picado  y serpentinas que encima de Él  cual mariposas alegres revoloteaban. Tan pronto se detuvo el automóvil  y abrió la puerta, descendió de allí un señor alto, flaco sencillamente  vestido de blanco pero un poco pálido y  asombrado por el recibimiento, estaba sin palabras que decir y sin entender lo sucedido, para ser el gobernador  se mostraba como  una persona muy  humilde, sencilla e insignificante. 

El Alcalde y el cura párroco enseguida se abalanzaron sobre El abrazándolo y dándole la gran bienvenida al pueblo y  las gracias por dignarse llegar al municipio a visitarlos, pero  el señor gobernador estaba estupefacto ante ese gran recibimiento... Los organizadores  extendieron la alfombra roja,   toda cubierta  de pétalos de flores para que caminara y la nube blanca de banderas que al paso de Él se batían de lado y lado  junto a las  voces de  Betulianos  replicando  en voz alta: “Viva el gobernador”, “viva el gobernador”, “viva el gobernador”. Tan pronto  subieron las gradas del atrio de la iglesia para dirigirse a la eucaristía y sin mediar palabras el gobernador por su asombro ante tan majestuoso recibimiento,  muchos  especulaban  acerca de su extraña actitud, incluso afirmaban que el  señor era mudo, no mencionaba palabra.   La policía hizo los honores correspondientes,   la cantidad de personas  de la parte rural  con innumerables ofrendas   conformada por los mejores frutos de sus fincas  donde cada vereda había  seleccionado una familia  encargada para hacer la ofrenda a la importante visita antes de entrar a la eucaristía y allí  se ofrecían  los frutos en el altar al Sagrado corazón para que bendijera por siempre los cultivos de  su tierra..

Todas las veredas nombraron un representante y la  de  Santa Bàrbara nombró a la señora Cornelia para que ella con dos de sus hijos  entregara la ofrenda  correspondiente  al señor Gobernador  quien  seguía atónito, pàlido y sorprendido   sin pronunciar palabra  y cada vez que  trataba de mencionar algo el señor alcalde y el señor cura párroco no lo dejaban culminar diciéndole que todo ese despliegue  era para él, porque él se lo merecía..   La señora Cornelia Plata quien vivía en Santa Bárbara era una señora muy conocida  por haber sacado sus hijos adelante,  sola sin el esposo y sin saber si este estaba vivo o muerto, pasaban veinticuatro  años de haberse perdido, sus hijos ya no lo recordaban los hermanos ya habían fallecido y pocas personas en el pueblo hablaban de El. En ese momento mientras Cornelia estaba en la fila con la ofrenda de su vereda esperando el turno para acercarse al señor gobernador, conocerlo, saludarlo y en nombre de su vereda darle la bienvenida sucedió algo que ninguna persona del pueblo lo hubiese imaginado, Cornelia tan pronto estuvo  frente a frente al gobernador su semblante palideció y su cuerpo se desgonzó hasta caer al piso privada,  completamente sin conocimiento y sin pulso,  con el frío de un muerto,   como si hubiese visto un fantasma y de inmediatamente fue   auxiliada por las personas allí presentes  junto a la hermana  Vicentina directora del hospital quien hacía las veces de médico en el pueblo  quien  la hizo recobrar nuevamente  el conocimiento dándole los primeros auxilios y cuando ya pudo colocarse en pie se dirigió   al señor gobernador y estando allí frente a frente, lo observo detenidamente y   en voz muy  alta  replicaba: ¡EPAMINONDAS!, ¡EPAMINONDAS!, ¿USTED ES EPAMINONDAS? ¡El ES EPAMINONDAS! ¡EPAMINONDAS! seguía  recalcando Cornelia. “Esto es una gran confusión, una gran confusión, están confundiendo a Epaminondas mi marido, con el gobernador” y  este señor un poco confuso y preocupado al fin  mencionó  palabra   y dijo; Si.  Si Cornelia yo soy Epaminondas, yo soy  Epaminondas,  pero no sé qué es lo que está pasando, no sé, no me han permitido hablar, no me han dejado hablar, no sé qué sucede....

En ese instante arriba al parque principal otro automóvil y al estacionarse y abrir la puerta,  desciende   un señor bajito moreno con un sobre en la mano  que contenía  una carta escrita en puño y letra por el verdadero gobernador del departamento dirigida al señor Alcalde municipal donde pedía disculpas a El y a toda la comunidad   el no  poder acompañarlos en la inauguración de la carretera por motivos ajenos a su voluntad,  pero enviaba  un representante de su administración   que en su nombre  hiciera el honor de cortar la cinta..

 Después de aclarada  la confusión sobre el incidente, la  fiesta y la celebración   fueron  doble, todos  festejaron a la par e incluso los músicos  alegraron aún más cantando sus coplas con jocosidad y picantes  alusivas al incidente  acaecido  y al muerto resucitado;  Todos en el  pueblo hacían romería para conocer y saludar  a Epaminondas el cual  se disculpó con  sus hijos, nietos y  familia e incluso le pidió a Cornelia que volviera a vivir con Él,  pero Cornelia  solo aceptó seguir como amigos,  después de tantos años  era difícil  devolver el tiempo y renacer el amor,  en su corazón ya el luto de su tristeza se había recuperado y vivía muy contenta al lado de sus hijos ayudando a criar  sus nietos que eran su razón de vivir.

Por eso recuerdo cuando alguien regresaba a visitar  sus familiares después de muchos años y  lo recibían con pólvora y festejo,  mi madre  y  muchos en el pueblo solían decir:  “A ese lo recibieron mejor que a Epaminondas”.

Emna Codepi.

Colombia.

Historias de mi tierra