HABITANTE

 

Allí su sombra ocupa el lugar debido,

su rostro alberga la luz justa.

Su cuerpo, el espacio que cree

todavía suyo.

 

Del día a  la noche

cumple cabalmente los gestos.

 

Sabe ir, sabe estar y sentir

que en verdad es él

 

—y ese su mundo.

 

 

 ANÓNIMOS

 

Qué se teje entonces entre el día y la noche

con las palabras apenas justas

para corroborar que aún estamos vivos.

 

Hay un lugar donde nada se olvida,

donde cada mínima modulación se encadena

a una larga y antigua secuencia.

 

Gotas que se juntan a otras

nacidas del bosque para formar el río

nuestras vidas terminan uniéndose

hasta saldar la cuota de infinito asignada

por dioses que ya no recordamos.

 

—Fluir es todo lo que importa.

 

 NUDOS

 

También se alargan nuestros dedos en la profundidad

hasta asir el hilo que une la flor al cielo,

el rumor de la abeja a la tempestad,

el deseo a la piel

donde brilla el instante.

 

Se abrazan a la noche que crece en ramajes sin fin

nuestras células ahítas de monotonía:

a su límite en fuga

la sustancia huera de nuestro propio sueño;

a su antiguo esplendor nuestra fragilidad

anudados al mundo

 

sobreel absurdo mismo

en el que se sostiene.

 

 ESTA Y NO OTRA

 

Con sus mañanas

que una pequeña sombra de resignación empaña.

 

Con sus estrechas siete calles que te ven cruzar

medio ciego en las tardes desvaídas.

 

Sus sombríos corredores,

sus polvosas cortinas

que nadie nunca descorre.

 

A esta y no a otra vida te debes

y al silencio en cuyas aguas

como un dulce animal

 

tu alma abreva.

 

Una vida como el traje que una noche te dieron

tan perfectamente tuyo como tu desnudez.

 

A esta y no a otra aunque ya no sepas bien

por qué ni para qué.

 

 

 MATINATA

 

Afuera el aire matinal,

el cielo de junio, la música

resbalando sobre el cuerpo

como el amor, como esta luz.

 

El estremecimiento del deseo

que encuentra de súbito su objeto.

 

El ojo, la mano, la lengua

—territorios en sí mismos suficientes.

 

La sangre que te llena y mantiene vivo.

 

—Y no la boca de sombra

engulléndolo todo.

 

 

 EL ÁRBOL SUBTERRÁNEO

 

Una muchacha se descalza al fondo de mi infancia,

pero sobre el mundo la furia aún se desborda.

Hay alguien al otro lado de mí

abriendo su ventana al vacío

—su único jardín.

 

Una muchacha se desata el cabello ante el espejo,

y en el mar se levantan tormentas.

 

Su rostro desaparece

y deja aleteando sombras filosas en la pared

cuando despierto.

 

Huye de mí su risa de hojas secas

mientras tomo mi habitual desayuno

de palabras frías.

 

Una muchacha todavía camina descalza por mi sueño,

pero a mi cuerpo se anudan ya las primeras raíces

del árbol subterráneo

 

que crecerá por siempre

en mis antípodas.

MIÉRCOLES DE CENIZA

 

No podemos devolverte ya nada,

oh mundo.

Y arrepentirse no paga la deuda.

 

Aunque las manos imploren

todavía extendidas, aunque las bocas

clamen hambrientas por el pan de un día más,

 

y los cuerpos se arrastren a tus templos

reconociendo la hermandad del polvo.

 

Sólo tal vez quienes nunca esperaron recibir,

aquellos que ignoraron la promesa,

los que eludieron toda esperanza

y dejaronque el sol remontara sus frentes

sin desear el mañana

 

—sólo ellos

están en salvo contigo.

 

Déjanos entonces embadurnar el rostro

del tegumento negro que extraemos

de nuestra sombra asesinada.

 

Déjanos pisotear el alma que nos diste y execrarte,

comulgar en tu memoria

con el regusto de la sal

y la acidez que exudan los cadáveres.

 

Oh tú, oh tiempo, oh padre

omnipresente absurdo que trazaste la cruz

del origen y del fin

 

—sobre esta piel inútil.

 

LA VIEJA COSTUMBRE

 

Nada, nadie te retiene bajo la sombra.

Es sólo la vieja costumbre o el temor

a la luz, al fogaje de los días abiertos,

las horas fáciles.

 

O la lucidez antes de tiempo que echó a perder

una fe, una sabiduría de la piel.

 

Habría que darse a esperar un poco más al dios

solar y ante su rostro vigoroso,

arrancarse los ojos.

 

Después echar el cuerpo al agua,

al oasis que siempre te esperó.

 

Pero vendría a ser lo mismo.

En algún momento la luz se caería.

Entonces descubrirías el agujero imperceptible

por donde se fuga el sueño.

El cielo demasiado azul, la primavera

como una muchacha empalagosa.

El tedio.

 

Vendría a ser lo mismo.

Y tal vez peor.

 

—pero tampoco importa.

 

 

VÉRTIGO

 

Una vez imaginaste el frío,

la ráfaga helada

azotándote.

 

La vida entonces

era aún esa cumbre lejana

esperando por ti.

 

La ascensión no fue fácil.

Y entre ecos y vientos cruzados

has llegado a la altura tantas veces temida.

 

No hay pavor.

No hay nada.

 

Sólo la luz que danza.

La ebriedad que precede

todo vuelo.

 

SUMA DEL TIEMPO

 

Se afianzó la osamenta.

Se engastaron los ojos en la piedra.

 

Se desbordó la fiebre.

Se excavó en el silencio sangre al fondo

tras el metal esquivo de una palabra.

 

Agua y viento cruzaron por aquí.

Risa y miedo.

 

La vida se extravió

pero el tiempo sí estuvo

 

—Todo el tiempo.

 

HABLAR SOLO

 

Hablar solo

cuando se estrecha el círculo del miedo

y la propia sombra vacila.

 

Hablar solo

cuando el mundo se vacía

y en su centro giramos sin término.

 

Hablar solo

cuando detrás de los párpados

no está sino la muerte.

 

Hablar solo

cuando toda palabra es una flor

nacida en el infierno.

 

Hablar solo

cuando todas las bocas se han hecho pájaros

y contra un cielo cerrado se precipitan.

 

Hablar solo

para resistir el frío

y recordar que aún permanecemos.

 ***