«MÍSTICAS MODERNAS» / POR CALDERÓN DE LA BARCA

Y al pensar en lo divino
y sentado en la modestia,
mis pensamientos afino,

para no errar como bestia
dueña de orgullo planteado,
ni serle a Dios por molestia.


Y en piedra de obra, soleado
me siento en la realidad
con quien es mi gran amado.

Mi nascencia e identidad,
a posteriori deseaba
saber del cielo en verdad,

altura que ilusionaba
mi  niñez por sencillez.
La omnipotencia abrigaba

mi deseo que por preñez
oir oía del cristianismo,
con normas de infancia a vejez.

Y como imitador mismo
era hijo feliz que amaba
al amor por idealismo,

de padre y madre que criaba,
a hijos en orden y a usanza
y en ley que en conciencia instaba,

a fortalecer la crianza
en familia duradera,
valor que por sí avanza

y por convicción primera,
educa e insta al honrado
que en convivencia se esmera.

Y recuerdo que postrado
aquel sueño negro en puerta
blanca,me dejó bloqueado,

con gran dolor que entuerta.
Y hablo por experiencia
de una voz que llama y alerta.

Y en narración que no es ciencia,
me asusté al ver en mente
lo que es fuerte a la inocencia,

que seres legionalmente
de oscura tela mortal
asombraran fugazmente

el instante en el portal
dentro de mi casa y estancia.
Asunto que es  inmortal,

es la espiritual substancia
que desde allí habla al alma,
-extrañeza e intenperancia-.

El éxito de la calma
que descubre el secreto
con mano abierta y en la palma.

Y deduzco el miedo discreto
con nueve años infalibles,
con llanto que no quiero y veto.

Pero sueños son perfiles,
rutina a pensar de noche
viendo la luna con candiles.

Pasado que no destroce,
contar ya por atrevido
cuando el  tiempo hace reproche.

Y mi padre sin fingido
morir, fallecía en su lecho
-y lo narrro por vivido-.

El mirar arriba al techo,
para alcanzar las estrellas
haciendo amistad y cohecho.

La tarde de luces bellas
donde es brillo perdurable
de hoguera  que hace centellas.

Y hierve el eco mesurable
con profecía que recela,
qué juicio o castigo hable.

Y con pensamiento en vela,
preguntas ya con bravura
en diaria pasión que encela.

Y en los campos la natura
soberana, con empeño
en crear pequeña hermosura.

Porque vos Señor sois dueño
de la gloria y el firmamento,
y del ciervo más pequeño

que es guardado con talento.
Y ramos se hacen en flores
para amorío y alumbramiento.

Y mieles regalan sabores
de abejas octogonales,
mimando siembra de ardores.

Y es que en ritmo le son leales
ejércitos de hojas secas
nacidas primaverales.

...


Sonatas que se alzan sin encierro
conocedoras de respuestas,
ya sin temor al destierro,

cuando dudas son apuestas,
me posesiono en sosiego
con mis pesares a cuestas.


Antonio Martinez de Ubeda