ODA A FEDERICO GARCÍA LORCA EN EL 80 ANIVERSARIO DE SU ASESINATO (VÍZNAR, GRANADA, 18-19 DE AGOSTO DE 1936).

ESTROFA

DIVÁN DEL TAMARIT de FEDERICO GARCÍA LORCA

Gacela VIII

De la muerte oscura

Quiero dormir el sueño de las manzanas,

alejarme del tumulto de los cementerios.

Quiero dormir el sueño de aquel niño,

que quería cortarse el corazón en alta mar.

No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre;

que la boca podrida sigue perdiendo agua.

No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,

ni de la luna con boca de serpiente

que trabaja antes del amanecer.

Quiero dormir un rato,

un rato, un minuto, un siglo;

pero que todos sepan que no he muerto;

que hay un establo de oro en mis labios;

que soy el pequeño amigo del viento Oeste;

que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.

Cúbreme por la aurora con un velo,

porque me arrojará puñados de hormigas,

y moja con agua dura mis zapatos,

para que resbale la pinza de su alacrán.

Porque quiero dormir el sueño de las manzanas,

para aprender un llanto que me limpie de tierra;

porque quiero vivir con aquel niño oscuro,

que quería cortarse el corazón en alta mar.

ANTISTROFA

Quiero despertar contigo, Federico,

y acercarme en paz al foso al que te arrojaron.

Quiero librar la vela de los viejos,

que quisimos no ver la memoria del gran dolor.

No quiero que nos digan que los muertos quedan en silencio,

que las bocas cerradas no pueden tener lenguas.

Queremos contar el pueblo de mártires del suelo,

ver las balas disparadas por la noche,

que tuvo la largura del morir.

¿Dormirme? Ya no puedo

ni una eternidad ni un rato;

quiero saber que vives, tú, con todos;

Federico García Lorca eres

hontanar de agua viva, Oriente de luz nueva

árbol fecundo de fruto y de incógnitas.

Tú vienes con la aurora, Federico,

porque tu verso es canto coral de hormigas

en una caligrafía de paisajes

rebosantes de sol bajo el signo de escorpión.

Porque quiero contigo despertar, Federico,

para aprender tu canto tallado en tierra limpia;

porque quiero acordarme con mi cuerpo viejo,

que querría así ver la vida nuestra con tu voz.

EPODO

La herida sigue aún viva, más allá de la memoria colectiva,

en los discordes corazones que no se miran.

Somos los hijos de la muerte grande. Lloramos

en el ruedo nocturno, mientras las estrellas avergonzadas

se mantienen fuera de nuestra vista mudas.

Inhumada tu palabra en una fosa,

Federico, germina y florece

en un generalife sensible y contento, abierto y pacífico.

MARIANO LISA ESCANED, MARO

Barcelona, 17 de agosto de 2016.

OBSERVACIÓN

Porque mi poema es de carácter lírico y tiene como tema la muerte de Federico García Lorca, lo he construido como una oda de la lírica coral griega antigua, con una primera estancia, denominada 'estrofa', en la que habla Federico García Lorca (Gacela VIII, De la muerte oscura), seguida por una antistrofa, que equivale a la estrofa, y un epodo. En la antistrofa y en el epodo yo -en sentido coral, 'nosotros'- le respondo -le respondemos- a Federico.

La antistrofa coincide con la Gacela VIII en el número de estancias(5), en el número de versos (23), en el número de sílabas de cada verso y en la acentuación prosódica de los grupos rítmico-semánticos.

El epodo, que concluye la oda, sigue el mismo esquema métrico del epodo de la Olímpica I de Píndaro (siglos VI-V antes de Cristo).

Los versos de la Gacela VIII, como las de las odas de Píndaro, son desiguales. En ambos poetas la maestría poética consiste, entre otros rasgos, en conservar en el verso la unidad sintáctica, al margen de las normas métricas convencionales; la unidad gramatical de cada frase es además la unidad estética de cada verso.