PASADO Y PRESENTE

José I. Velasco Montes

“La vida y la muerte son los dos labios de la misma herida.”

1ª Parte: EN EL TIEMPO PASADO.

Apenas soy una recién nacida con escasos momentos tras haber salido al mundo. Vengo de un protegido y cariñoso interior, a un exterior de futuro desconocido e inescrutable. Continúo dolorida y contusa todavía por el paso a través del estrecho canal del parto. Noto el lacerante dolor del corte de mi cordón umbilical, un maravilloso nexo que me unía a mi madre. Es una separación que suma un dolor más a mi recién nacido cerebro y se graba, esa lejanía de no estar con ella, en mi inconsciente.
Todo es nuevo en un mundo con confusión de luces, figuras, movimientos, color y ruidos metálicos. Todos los sonidos son más fuertes y desconocidos que la voz de mi madre cuando me habla y me canta y yo, arrullada, me duermo en su interior, flotando en el cálido lago que, para mí, tiene en su vientre.
Me siento confusa, dolorida, desorientada ante este nuevo mundo. Todo lo aprendido en el protegido interior de mi madre, no me es útil. Siento que me lavan y me envuelven en frazadas de pañales, unas prendas que me llenan de confort y agradable calor, una suave y placentera temperatura que me invita al sueño. Es un reposo que ya conozco, que me agrada y en el que lentamente me hundo. Me siento transportada hasta los brazos de ella. Sus caricias, y un pezón en mi boca, el suyo, me llenan de placer. Chupo, pero no sale nada, pero la agradable sensación de su bolita en mi boca me extasía. Sus manos recorren mi cuerpo en una caricia lenta y sostenida que me sumergen, más y más, en el sueño.
Aprecio que me arrancan de sus brazos hasta dejarme en un nido, silenciosos y acogedor, con una tenue luz que me envuelve. Es una luminosidad diferente al rosado color de la luz que se filtraba a través de las paredes de su vientre.
Noto que mis párpados se cierran y la escasa luz que percibo se transforma lentamente en una progresiva oscuridad que acaba en una negrura total que me envuelve y me hace entrar en agitado y profundo sueño. Es una ausencia total de luz, una negrura insondable, manifiesta, ominosa para mí, como lo será por toda mi vida y por primera vez lo es en ésta ocasión.
En adelante lo oscuro será una constante en mi existencia. Añadido a ella aparece un mal regalo, algo desconocido, una novedad que me acompañará también para siempre y que ejercerá su tiranía sobre mí: el MIEDO.
De forma súbita se hace presente una luz que me inunda de nuevo. Pero es otro tipo de luminosidad: fantasmal, extraña, impropia y que no volveré a ver jamás. Un extraño y brillante personaje se presenta ante mí. No mueve los labios, pero escucho lo me dice con meridiana claridad. Me habla desde dentro, como si fuera yo misma. Y es mi voz, la que será mi tono, timbre e intensidad a lo largo de toda mi vida.
--Has nacido. --Me indica.
--Sí, lo sé --siento que respondo en un pensamiento sin voz.
--Y que tienes que morir.
--¿Por qué?
--Es así y al final tendrás que morir y desaparecer.
--Sí, lo sé. ¿Pero cuándo?
--Dentro de mucho tiempo. ¿Lo aceptas?
--Lo acepto --respondo con un hilo de pensamiento.
--No tengas miedo de ello.
--¿Por qué?
--Se nace y en su momento se muere. Es algo inexorable: se nace para morir.
--¿Por qué?
--Así es y lo será siempre. Es lo que llamamos VIDA.
--Ahora lo sé. Gracias.
--Volveré a verte cuando tengas próxima la muerte. Pero no antes.
--¿Nos veremos otra vez?
--Sí, pero sólo mi presencia te lo indicará. Los sueños que tengas sobre tu muerte, que los tendrás pues todos los humanos los tenéis, no significarán nada. Has conocido el miedo. El un sentimiento que debe eliminar. El miedo paraliza, destruye y mata. No tengas nunca miedo. Lo puedes superar si quieres.
--¿Falta mucho para volver a verte?
El brillante personaje que puede ver en lo más profundo de su ser serio hasta ese momento, por primera vez le sonríe.
--¿Quién eres y cómo es tu nombre?
--Veo clara tu personalidad. Toda tu vida será una constante interrogación. Mi nombre es TÚ y el tuyo es YO.
--Pero… ¿falta mucho para volverte a ver?
--¡Mucho…!
--¿Cómo cuánto?
--Tanto como dure tu vida.
--Eso no es una respuesta. Es una huida hacia delante para no contestar.
Y de nuevo el personaje de brillante aspecto, se mueve y en su risa agita unas alas de inmaculadas plumas blancas que no he percibido hasta ese momento. Y su mano se alarga hacia mí y me ofrece un dedo al que me cojo.
--Te lo diré. Te queda mucho, muchísimo tiempo, casi tanto como tú quieras. Mucho más de lo que duran la mayoría de las personas de tu mundo.
--¿Seré pues longeva?
--Sí. Muy longeva. Pero deberás cuidarte siempre.
--Lo acepto y cuidaré que así sea. --Respondo en un hilo de pensamiento
--Pero recuerda y acepta, que si una vez, esta, estás viva, como lo estás: sólo te quedan vivir y morir.
--También lo acepto. ¡Qué remedio!
--No te dejes vencer por el miedo, que es una constante del humano. Y no debes asustarte por sueños, por ensueños o por ideas que te induzcan a ello. Cada uno es lo que se hace a sí mismo.
--¿Y como lo hago para vencer al miedo?
--Superándolo.
--¿Así de fácil?
--Así es. Recuerda siempre, que nada está escrito. Nada es porque sí. Todo lo que te ocurra en el futuro, te lo habrás labrado tu misma. Y nada ni nadie puede saber tu devenir y evolución en la vida, pues nada está determinado, nada está ya escrito. Cada uno se hace su propio camino, un sendero que libremente elegirás y que ni tú sabes cuando lo elijas, a qué lugar te ha de llevar.
--Te comprendo.
--Ahora todavía no lo comprendes, lo crees entender, pero tardarás en hacerlo. Primero has de crecer, madurar, y adquirir experiencia. Pero más adelante serás consciente de lo que ahora escuchas, y de lo que no te quedará recuerdo, pero lo estás grabando y lo llevarás en tu interior. La vida te lo irá haciendo presente. Y entonces será cuando debas hacer lo que te indico.
--Espero recordarlo.
--No, no lo recordarás, tendrás que descubrirlo y utilizarlo.
--¿Será fácil?
--No hay nada fácil. Todo en la vida es pensar y tomar decisiones. ¡Ya lo verás! Pero ten voluntad de hacer lo que tu interior te dicte y sepas tomar la decisión que pienses de forma adecuada. Lo sabrás y sólo tu indecisión de empujar en lo elegido hará que no hagas lo debido.
--Lo intentaré.
--No intentes las cosas: hazlas. La intención no hace nada. Intentar es un proyecto. Lo hecho es una obra. Sólo con obras se marcha hacia delante. En la vida no valen las buenas intenciones. Las buenas intenciones sólo son el primer peldaño de una larga escalera, y ese tramo hay que subirlo entero, sino, lo que empieces y no termines, no vale para nada.
--¡Lo haré!
--Esa es la respuesta. ¡Haré! Nunca debes pensar en lo intentaré. Recuerda que los cementerios están llenos de buenas intenciones, y es algo que el humano lo sabe por lo mucho que se ha dicho y escrito..
--Lo he comprendido.
--Hazte a ti misma; lucha por conseguirlo. Nada es por que sí. Si quieres lo conseguirás. Pero no busques caminos trillados, sino direcciones y acciones que te lleven a lo que debe ser. Ahora, te dejo hasta que llegue ese aún muy lejano momento en el que nos volveremos a ver. Es una situación de un futuro lejano, lo único que hay seguro y a lo que no debes temer, pues cuando llegue el momento te ayudaré.
Y de nuevo la negrura, la terrible negritud me envuelve y caigo otra vez en un sueño sin ensueño, entrando en un reposado e inconsciente no ser.
Cuando despierto, estoy de nuevo en los brazos de mi madre. Noto sus vibraciones de amor que me consuelan y llenan de placer. En mi boca, un rosado pezón me inunda la boca de placer y unas escasas gotas de leche, que con dificultad extraigo luchando con denuedo en un intenso chupar, hacen que ella se queje de forma tan tenue como amorosa.

2ª Parte: EN EL TIEMPO PRESENTE.

Las arenas del tiempo han pasado, como siempre, con esa inmutable celeridad de cuando un día termina, empieza otro. Pero en realidad, el tiempo no existe y es sólo la consecuencia del pasado y la antesala del futuro, sin posibilidad de dar marcha atrás. Lo que es pasado es prólogo y sólo queda confiar en el futuro.
Como dijera Jorge Luís Borges: “El porvenir es inevitable, preciso, pero puede no acontecer, pues Dios acecha en los intervalos”. Es decir, no existe el futuro hasta que no se convierte en presente, para acabar después siendo pasado.
William Shakespeare, otro estudioso de esa temática, ya tenía claro lo que significaba el tiempo, ese lapso al que tanto tememos y por ello dejó escrito: “El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que tienen miedo, muy largo para los que se lamentan, muy corto para los que festejan, pero para los que aman, el tiempo es eternidad”.
Para el humano que no tiene miedo al tiempo, nunca es demasiado tarde para disfrutarlo usándolo, venciéndolo y superándolo, pero sin aprovecharlo en su esencia, cada vez será tan tarde, que ya será de nuevo temprano.
Y el tiempo, inapelable para todos, ha hecho crecer a nuestra recién nacida del inicio del relato y la ha convertido en adulta, con su problemática, con sus alegrías y tristezas, con sus aciertos y errores en un largo camino de vida del que no se arrepiente, como es lógico. Arrepentirse es querer volver atrás, lo que es imposible. No se debe uno arrepentir, sino rectificar pues de sabios es hacerlo.
Todos los preceptos introducidos en su subconsciente al nacer, no han florecido en forma de memoria consciente, pero si en su memoria colectiva y además con la experiencia acumulada de todos sus ancestros de muchas centenares de pretéritos ancestros. Ha crecido sin saber lo que subyace en su mente. Y han aparecido, la vida lo hace fluir, sueños y miedos en diferentes proporciones. Y es que los sueños y el miedo, tantas veces parejos, nunca suelen estar donde uno los espera o busca.
Pero para ella, sus sueños son tan reales que le hacen sufrir, al menos algunos de ellos. No lo sabe, pero uno, el más importante y al que le tiene más miedo, no es sino el fiel reflejo del que vivió de recién nacida y que no es posible que pueda recordar.
Es una pesadilla que le amarga, le oprime y le desquicia en ocasiones. Es una fantasía que le atormenta, asustándola de forma aleatoria, como lo es su aparición, llenándola de angustia, sudor nocturno, sobresaltos y de un inusitado temor siempre.
Es un sueño tan vívido como el del filósofo Chiang Tau, un sueño que le desconcertó hace XXI siglos: “Soñé que era una mariposa y al despertar no sabía si era un hombre que había soñado que era una mariposa, o una mariposa que había soñado que era un hombre”.
Para ella, su sueño sin fechas fijas le apesadumbraba pues podía, y no podía, captar su transfondo. Sólo al despertar, airada y angustiada, era consciente de su intensidad y de lo que le afectaba. Durante él, como con todos los sueños, se sentía impotente aunque era consciente de su intensidad, realidad, vivacidad y contenido.
Un día, lo relató a un amigo en una búsqueda, no de su significado, pues éste estaba claro, pero sí tratando de encontrar una posible eliminación ya que éste, vanidoso, pero ligeramente, según decía, entendido en sueños, se ofreció para interpretarlo.
--Pero… ¿Cómo es ese sueño?
--Es siempre igual, cada vez el mismo. ¡Y me aterroriza!
--¿Desde cuándo lo tienes?
--Desde años.
--Cuéntamelo, por favor.
Y ella se detiene en la conversación por unos instantes, y arranca en el relato conturbador del que desea liberarse:
--“Es corto, pero muy intenso. Estoy durmiendo y todo está oscuro, negro como en el interior de una profunda cueva. Sólo escucho una voz, que es la mía, que me repite por varias veces: Tienes que morir. Has de sucumbir. Y porfía en decirlo con distintas palabras”.
--Es un sueño. Sólo un sueño. No es nada real. ¿Porque ese miedo?
--Me habla de mi muerte. E insiste en ello. Me recuerda lo obligatorio de mi muerte.
--Es un sueño muy común. Mucha gente lo ha soñado y lo sueña. Todos fantaseamos alguna vez con la muerte. ¿Es que no tienes aceptado que alguna vez habrás de morir?
--Sí, pero me da miedo pensar en ella.
--No le tengas miedo. Ten sentido del humor, si es que el humor tiene sentido en ocasiones. Pero tenlo como hacía Groucho Marx.
--¿Y que hacía Groucho?
--Hacía chistes sobre ella.
--Cuéntame alguno.
--Dijo un día en el que le preguntaron si le tenía miedo a morir: “No le tengo miedo, es que no quiero estar cuando llegue”.
--¡Muy graciosillo!
--Él se lo tomaba así, como hacía con casi todo. Recuerdo que en su lápida hizo grabar la siguiente inscripción para saludar, con una broma, a los que fueran a ver su lugar de descanso: “Perdone que no me levante”.
--Más divertido todavía -- indica con un gesto ambiguo.
--Tengo claro lo que te ocurre. Es un error que debes corregir.
--¿Qué debo cambiar?
--Ese miedo que tienes lo es a muchas cosas más. ¿Porqué… ¿hay más cosas a las que les tienes miedo? ¿Verdad?
--Sí, así es.
--Recuerda que… “quién tiembla ante cada peligro, real o figurado, convierte su vida en algo insoportable”.
--¿Quién dijo eso o te lo acabas de inventar como tantas cosas?
--No, lo dijo Mika Waltari, el autor de “Sinuhé el egipcio”.
--Ya, muy agudo también --indica sin querer dar su brazo a torcer.
--Debes olvidar. El olvido lo cura casi todo. Si no recuerdas los sueños, si te ríes de ellos, desaparecerán.
--¿Crees que es fácil olvidar?
--Fácil no, pero… ¿nunca olvidas nada, tan imposible te es?
--Ahora seré yo la que te diga algo que leí y que, más o menos, recuerdo: “Olvidar no es difícil pues siempre nos olvidamos de cosas que no conseguimos recordar. Y eso nos preocupa y nos trastorna. ¡Es tan fácil olvidar! Sin embargo, ¿has pensado lo difícil que es olvidar aquello que no deseamos recordar?
--Muy apropiado. ¿Lucharás por olvidar?
--¿El qué? ¿El sueño?
--El sueño en sí no es el problema.
--¿Cuál es entonces?
--Lo problemático es el miedo.
--¡No! ¡Es el sueño! --Asevera ella con una seguridad aplastante.
--El sueño no lo puedes borrar, pues no puedes llegar hasta él. Es el miedo a tenerlo lo que hace que se repita, pues no lo aceptas y te asusta.
--Bueno, ya está bien. Hablemos de otra cosa, pues siempre pontificas y eres un “remachón” que crees saberlo todo. Yo sé bien lo que debo hacer.
--Si tú lo crees y lo quieres así y lo dices tan convencida; no lo temas. Pero eso es huir de la solución.
--Hablemos de otro tema. --Indica ella elevando un tanto la voz
--Elije.
--Hazlo tú.
--No, prefiero lo que tú consideres adecuado. --Expone él.
--¿Qué piensas de la reencarnación y la transmigración de las almas?
--No soy budista. Y lo que me faltaba… hablar ahora de eso. -- Y se ríe con fuerzas-- volver a este mundo en forma de rana, o ave, o sabe Dios cuál será la forma que haya merecido por mi comportamiento, más bien malo que bueno en esta vida.
--¿Qué sabes de Buda?
--Un poco, muy poco.
--¿Cómo qué? --Inquiere ella con su peculiar modo de interrogar.
--Sidarta, o Buda, como es más conocido y quieras llamarlo, era un hombre extraño. Nunca decía nada de una forma directa. Sus respuestas eran siempre un que si que no, pero ambas al mismo tiempo. De sus frases más conocidas tenemos esta: “El único logro absoluto es el abandono absoluto, pues todo lo que está sujeto a causas es como un espejismo”.
--Un espejismo no es nada real.
--El miedo tampoco lo es, al igual que los sueños.
--¿Cómo que no? Pero si casi los puedo tocar cuando los tengo.
--Pues coge uno y me lo guardas para analizarlo, y ver de qué está hecho.
--Eso es imposible. Estoy dormida y no lo puedo coger.
--Luego no existen.
--Claro que existen. ¿Estás loco? ¿O crees que soy jilipollas? --Indica ella en una frase hecha que usa cuando no está segura de algo y se cree atacada.
--Si no se puede coger, es que no existe --Insiste él en un intento de diálogo bizantino.
--Es inmaterial, no se puede atrapar. Pero no deja de ser una realidad, al menos para mí que los sufro.
--Sólo en tu mente y lo creo porque me lo dices pero… ¿cómo se yo que es cierto que lo has soñado y que no es un invento tuyo?
--¡Eres imposible…! Un escéptico para todo. Y con un escéptico no me gusta hablar de este tipo de cosas. Propón otro tema interesante --indica ella de forma impositiva como es su idiosincrasia.
--Vale. Pero no soy un escéptico. Lo que soy es un poco, o algo más, científico ¿Qué te parece hablar sobre la angustia existencial?
--¡No! Eso sería insistir en otra cuestión transcendental en la que nuestras visiones son distintas.
Pero ambos, como es lo habitual, pasado ese primer momento de dudas si acometer o no otro tema, se imbrican, una vez más, en la exposición de sucesivas temáticas situadas en la frontera entre lo racional y lo menos racional, pero que son un medio habitual de comunicación e interés cuando disponen de suficiente tiempo y en el trasfondo de ambos, late algo más que una amistad.

FIN

MARBELLA - SEPTIEMBRE - 2018.

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Comentario por José Ignacio Velasco Montes el septiembre 5, 2018 a las 12:01pm

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