[Esto es un fragmento del primer capítulo del trabajo "Palabra de Musa". En este trocito se explican algunas cosas sobre las musas a la par que comienza a desarrollarse la trama]

(Avance/ "trailer" 1- (montaje realizado sólo con fines creativos): https://studio.stupeflix.com/v/UJT0ROtWBPUm/

Avance 2:  "siete cosas sobre musas": https://studio.stupeflix.com/v/B51CEPxy4XJQ/  )

Libro I: AMANECE A MEDIA NOCHE

I

—No hagas tanto ruido, que nos va a oir...
—Oh, venga, ¿quién se supone que va a oirnos?
La Primera de las Siete se detiene a mitad del estrecho pasadizo para apretarle el brazo a Sexta, quien viene caminando justo detrás de ella y es quien ha preguntado.
—Pues el mismo o la misma que nos está viendo ahora--dice con cierta exasperación, parece mentira que a estas alturas tenga que explicarle eso a su hermana.
—Ah, sí. Cuéntame otra—Sexta da un bufido, no suele creer lo que dice Primera ni Cuarta; tampoco es que lo pretenda, simplemente va en su naturaleza.
—Si nos está viendo ya nos está oyendo hablar—comenta Quinta, a la que el resto de hermanas llaman La Hueca, caminando sin mirar hacia atrás—está lo bastante cerca.

El tunel serpentea ante las siete hermanas y parece continuamente a punto de tragarlas: techos bajos, paredes irregulares de roca rezumante de humedad que irradian bastante calor, infinita oscuridad . Si no es por la luz de Uxu sería muy complicado moverse por allí bajo el yugo de los cinco (o seis) sentidos humanos.


—Essel, espera, y a todo esto, ¿por qué tú vas delante?—la vocecita que ha dicho esto entre sorprendida e irritada pertenece a Uxu de los Imposibles, la Cuarta de las hijas de Kira. A su entender, Essel la Hueca no debería ser quien abre la marcha, no señor, ¿por qué va primero en la fila?


Quinta sonríe al ser llamada por su nombre verdadero y alza una ceja, mirando a Uxu por encima de su hombro sin dejar de andar.

—Y qué, ¿vas a ponerte tú primero?—inquiere con ironía—¿para llevarnos a otro de los desastres donde desembocan tus acciones?


—Eh, eso fue cruel—Aru de Kira (también llamada Primera o Amor de Kira) frunce el ceño y le lanza una mirada reprobatoria a Essel. Ni que Uxu tuviera la culpa de que sus pasos llevaran a la nada a veces; Uxu sólo hace su trabajo y nada más, como el resto de hijas de Kira.


—Pero algo de razón tienen ambas—farfulla Sexta desde su posición más atrás en la comitiva. Lamentablemente, el pasadizo es tan estrecho que sólo pueden caminar en fila de a uno, aunque Sexta se da con un canto en los dientes por ser lo bastante pequeña como para no tener que agacharse bajo el techo para no darse en la cabeza, como tiene que hacer Segunda. Bueno, los techos de esta caverna son bajos pero es que Segunda mide casi dos metros...—yo podría ir primero.


—hahahaha...


—¿Tú...?—Aru de Kira se atraganta cuando trata de no reír. La carcajada que acaba de soltar Séptima, tan inocente y espontánea como impúdica, se contagia con facilidad—no lo creo, Yinn. No veríamos nada.


—Bueno, yo sí vería—Yinn, la Sexta de las Siete, no tiene problemas para ver en la oscuridad, porque ella es oscuridad en sí misma. Entre otras cosas.—podría guiaros.—Está algo molesta por las risas de sus hermanas, no entiende bien de qué se ríen, para ella está más claro que el agua.


—¿Guisaron? ¿acosa besas dedón vasom?—canturrea Séptima, ella va feliz atrás del todo en la fila, sería muy peligroso y arriesgado que fuera delante ahora. El lenguaje de Alderik del Cambio, la Séptima y Última de las hijas de Kira, resulta confuso para los humanos (sobre todo al principio), pero sus hermanas la entienden a la perfección—¡vasom de vieja la corten led muhano! le camino se ol tempranito, le camino, chaer camino!—suelta una carcajada como si encontrara terriblemente gracioso lo que acaba de decir.


Aru suspira, en realidad Alderik-como siempre suele pasar-tiene razón. Aunque ella piensa que quizá, mejor que Essel la Hueca podría guiarles Iver, la Segunda, pero gracias al gran tamaño que ésta tiene sería difícil que se desplazara en la fila ahora hasta el primer lugar, en el pasadizo tan estrecho.


—Aparta, aparta—masculla Uxu abriéndose paso entre sus hermanas para escalar puestos en la fila y situarse junto a Essel. Uxu es muy pequeña, una cálida bolita de luz que se pega a las paredes y se adapta como agua a todo aquello que la contiene, por eso es la única de las siete que puede hacer esto ahora, su cuerpo humano en la luz mide lo mismo que un alfiler—voy, no vas a guiarnos tú sola, no te dejaré.


—Qué tormento contigo, de verdad.


En realidad, de las siete hermanas, Essel de la Muerte resulta la más apta-la elección correcta, si lo quieres llamar así-para guiarlas a todas por el estrecho pasadizo, por eso va delante.


Aunque en sí misma fuera luz, y además una luz consistente, fuerte a pesar de ser pequeña, Uxu de los Imposibles no hubiera sido una buena guía debido a su permanente e instintiva temeridad. Su particular sentido de la vista tampoco hubiera ayudado en esta labor, pues aunque Uxu puede "ver" ciertas realidades antes que sus hermanas, no siempre todo lo que ella ve es verdadero o real. Sin embargo, gracias a su tamaño mínimo, puede ahora flotar junto al hombro de su hermana Essel al frente de la fila. Es irónico si uno piensa que no se soportan la una a la otra, aunque bueno, quizá en el fondo se necesitan mutuamente para existir.


—Ah... una pregunta—la tímida Owri, la Tercera de las hijas de Kira, se hace notar por primera vez en un hilo de voz—...¿dónde estamos? ¿estamos en Esalon ya?


—Sí—contesta la Primera.


—¡On,On!—dice Séptima con vehemencia justo a la vez.


—...No me ha quedado claro...


—Según Kira, ya deberíamos haber entrado.


—¿Entrado dónde?


—En el humano.


—Soe, sooooeee, le muhano! hia se donde taesmos aroha.


—Y también en Esalon—puntualiza Iver de la Guerra en voz baja, completando la aseveración de Alderik, que al parecer ha sonado muy clara para todas ellas—Esalon está en el humano.


—Esalon está en el humano...—repite Owri despacio, frunciendo el ceño como tratando de comprenderlo—¿y el humano está en Esalon?


—El humano está aquí. Aquí mismo, ahora.


Siete musas, siete hermanas, las Siete hijas de Kira:
Aru nació la primera, aunque siempre estuvo ahí. Paradójicamente es la más frágil y vulnerable de las Siete y a la vez la más fuerte: tanto como es la Primera podría ser también la Útima que quedase, Alfa y Omega, pues es gracias a ella que existen sus hermanas y se pueden comunicar. Nunca abandonaría a su padre, no en vano ella es el Amor de Kira. Sus hermanas la llaman Musa Mandarina por razones desconocidas, "Gamusino", y también se la conoce como Diente de León, que es una de sus formas físicas en el plano terrenal cuando no ocupa el cuerpo de un muchacho desnudo.
En otro orden de cosas, Aru de Kira es prácticamente ciega y no tiene edad.

La Segunda musa se llama Iver, Iver de la Guerra. Hay muchos poetas forzados a ser soldados, y también hay personas que sólo en la guerra descubren la palabra correcta en su interior. La descubren al mirar a los ojos del otro y reconocerse en ellos cuando llega el final, viendo la nada en el propio rostro reflejado en esas pupilas. La palabra correcta, lo que importa, se descubre de pronto al oir las detonaciones y al tomar en brazos a otros semejantes bajo un cielo que se quiebra. Sólo en un lugar de fuego y muerte es tan potente la pulsión de vivir; en el campo de batalla, por debajo de los escombros que deja el odio irracional, brota la flor de lo humano entre fragmentos y cascotes, algo vivo bajo el sol. Algo que sobrevive y se rebela negándose a corromperse y a rendirse, echando raices en la tierra húmeda de sudor y de sangre. Algo poderoso en constante oposición al abuso y a la muerte: humanidad.
Las musas ayudan a los humanos a definir la humanidad de nuevo y a verse unos a otros. Cuanto más atroz es la guerra, mayor es la fuerza de una musa dentro de un hombre; cuanta más injusticia más alto es el grito de respuesta, cuanto más desasosiego más bella es la oportunidad.
La mirada en la mirada, la sonrisa, el calor de la voz, la mano tendida, "cuando un cuerpo coge a otro cuerpo". Humanidad.
Todos los humanos han estado en guerras, guerras diferentes; todos los humanos igual de humanos, parecidos pero iguales. Muchas personas esquivan balas luchando por otras personas y por algo que está fuera de ellos. Eso es también luchar por ellos mismos, esos humanos lo saben.
En la guerra, algunos seres humanos reaccionan amando a sus semejantes con todas sus fuerzas, siendo la dignidad de uno la de todos. A veces, al verle la cara a la injusticia y a la muerte tan de cerca, de pronto uno es consciente de cuán profunda es su capacidad de amar, más allá incluso de su propia fragilidad y de la necesidad que uno creía tener de ser tenido en cuenta.
Por si acaso uno se bloqueara mentalmente en el seno del odio, o se pudiera contaminar con ello, Iver es bien grande para que se la vea entre fuego cruzado y balas de todo tipo. De hecho, es la más fácil de ver de las Siete, siendo Aru la más difícil de percibir en contrapartida. 
Iver es la más tranquila de todas sus hermanas, sosegada, muy paciente, normalmente cuidadosa y amable. Es muy grande en materia psíquica y el cuerpo físico que ocupa se corresponde en tamaño con esto, pero no por eso es torpe o densa a la hora de desplazarse. De hecho también la llaman Musa Meteorito, pues una de sus manifestaciones en el mundo terrenal son las mal llamadas por los humanos "estrellas Fugaces" que cruzan el cielo en una fracción de segundo.
Iver es una musa de las denominadas "exteriores", y tiene aproximadamente veinte años.

La Tercera de las hijas de Kira se llama Owri, y es la musa del dolor, la tristeza y la melancolía. Ser tocado por ella se siente como respirar aire cargado de ozono: ese olor a tierra mojada que trae nostalgia y recuerdos de lluvia, levemente opresivo y difícil de respirar. Con tristeza infinita se han cometido grandes creaciones, todos lo sabemos. Estamos tristes cuando estamos vivos, despiertos y cargados de motivos; compartirlo pasa a ser una responsabilidad porque nunca sabremos el dolor de quién podemos sosegar, una vez traspasamos el nuestro sin evadirlo y vivimos para contarlo.
Owri es la más pesada y densa en materia psíquica de las Siete; ella fue quien consiguió parar los mandobles de Kurenayo sentándose en el filo de la hoja de su katana, pero eso es otra historia que será contada más adelante. En el mundo terrenal, cuando no ocupa un cuerpo físico como ahora, Owri es esa estrella fría que te quedas mirando en la noche como si fuera la única, como si ninguna otra existiera, pensando que quizá ese alguien que tanto extrañas podría estar también mirándola en ese mismo momento si levanta los ojos al cielo. 
Owri del Dolor es una musa Interna o Endógena. Tiene más o menos la edad de Kira, quien fue capaz de verla a los cuatro años, pero hasta algún tiempo después no pudo dejarse ayudar por ella. 
Como curiosidad, Owri ve sólo en colores pesados como grises, marrones o azules muy oscuros y negros.

La Cuarta Musa es bastante contestataria, una verdadera molestia para el resto -salvo para Alderik, a quien todo le parece estupendo y genial-, en especial para Essel la Hueca que viene justo detrás y es su opuesta natural. Se llama Uxu de los Imposibles, aunque para ella la palabra "imposible" no tiene sentido pues nada lo es. Uxu es la cosita pequeña que fuerza a Kira a intentarlo todo, a luchar por ello hasta el final, aunque el mundo entero esté en contra. A ratos hace sufrir mucho a su padre, salvo las veces que este logra transformar lo imposible en complicado, y lo complicado en real. 
El ciclo vital de cada una de las hermanas es diferente. En su caso, Uxu vuelve a nacer cada vez que es requerida, teniendo para ello que romper una cárcel donde está encerrada el resto del tiempo dentro del humano. Una cárcel de miedo cristalizado, muros duros pero frágiles que saltan como metralla cuando ella los rompe a puñetazos desde dentro cada vez que tiene que salir. Es algo traumático, pero así ha de ser. 
En su forma más pequeña, Uxu está envuelta en una bolita de luz que abraza directamente el corazón del humano en el interior del pecho; no es que el resto de hermanas no puedan abrazar al humano de esta forma, pero Uxu sólo puede hacerlo así. Ella simplemente se abraza al corazón del humano hasta fundirse con él, y le susurra que no se rinda, que se levante, en un tono de voz que sólo a esa nula distancia se podría sentir.
Uxu es una musa Endógena como Owri, Aru y Yinn, nacida dentro del humano. Kira no sabe qué edad tiene. Igual que todas sus hermanas, como entidad psíquica no tiene género pero su cuerpo físico sí, y aunque no lo parezca es el de un chico.

La Quinta musa, llamada por sus hermanas la Hueca, es la musa de la muerte y del final. Su nombre es Essel y tiene el trabajo más preciso de las Siete, aunque a decir verdad no trabaja mucho porque Kira no suele llamarla. A ella le gustaría trabajar más, desde luego, y de ese modo ahorrarle toneladas de sufrimiento a su padre, pero lamentablemente éste parece tener pasión por la pequeña kamikaze (como llaman también a Uxu) antes que por ella. Y ni Kira, ni ninguna otra criatura viva con conciencia de ser, podría ser abrazado por Uxu y por Essel al mismo tiempo.
Tanto Essel como Alderik-la Séptima-son musas temidas por los humanos, y su presencia rara vez es deseada. El aspecto físico de Essel en el plano terrenal podría resultar algo intimidante, pues el cuerpo que ocupa es el de un cadáver macilento en la primavera de su descomposición, la piel como pétalo marchito desecándose en el hueso. El aire huele a flores y a la esencia penetrante y dulzona de la muerte cuando ella está cerca, aunque contra lo que uno podría pensar Essel no es una compañía ingrata sino todo lo contrario: tiene una conversación interesante, sentido del humor, paciencia para regalar y no suele hablar de más. Ella comprende que a los humanos les cuesta cortar ataduras así que está acostumbrada a esperar sin una queja, en un discreto segundo plano, hasta el momento preciso en el que debe sacar sus tijeras de filigrana de plata.
Essel es una musa Exterior, como Iver y Alderik. Las musas Exteriores son las que hacen humano al humano desde el exterior, no es que sean ajenas al humano pero siempre han estado ahí fuera. Hacen reaccionar a la persona ante el mundo cuando son inspiradas y procesan su respuesta con ayuda de las musas interiores. En ocasiones esta respuesta puede proyectarse desde dentro del humano hacia fuera, acercándole a sus semejantes más allá de la distancia física.
En cuestión de edad, Essel es vieja como el mundo, pero Kira tardó mucho en darse cuenta de que estaba ahí y tenía algo que ver con él.

La Sexta de las Siete es la musa de la Soledad y la Oscuridad. Se llama Yinn y es la más paciente de todas las hermanas, más incluso que Essel, a pesar de lo que pueda parecer debido a sus frecuentes gruñidos y desmanes pues no tiene pelos en la lengua. Yinn nunca le falla a su padre, y es la que mantiene laaargas charlas con él a solas cuando Uxu o Alderik le producen insomnio. Gracias al exceso de energía que absorbe de Kira y de otros, y a la cantidad de cosas que tiene que soportar sobre miedos o dudas, una y otra vez, Yinn es sencillamente intratable de cara al resto del mundo. No tiene mal caracter como rasgo en sí, pero normalmente va saturada por la vida, aunque con su padre jamás será ruda o malhablada como es con sus hermanas. A veces, en el plano terrenal, se transforma en un gato negro de ojos verdes, aunque el cuerpo que ocupa ahora es el de un muchacho malencarado y andrógino de aproximadamente 1 metro cincuenta de estatura, cuya mirada brilla y alumbra en un tono esmeralda la oscuridad.
Algunas musas llevan objetos a mano, objetos característicos que les pertenecen, como Essel con sus tijeras. Yinn porta consigo tres objetos que en el plano terrenal le son de mucha utilidad: un teléfono (para llamadas de emergencia a cualquier hora), un espejo negro y un bate de beisbol.
Yinn la Oscura (también llamada paradójicamente "la Alumbrada") es una musa Endógena que tiene exactamente la edad de Kira, pero Kira no pudo encontrarla dentro de sí hasta los 18 años. Para ver a Yinn en su propia oscuridad, Kira necesitó la ayuda de una voz que le guió a través de numerosos laberintos y más allá de monstruos dentro de sí mismo.

La Séptima de las Siete, la que apareció la última abriéndose paso a codazos y patadas a pesar de la resistencia natural de su padre, es Alderik del Cambio. Sus hermanas la llaman La Autista porque, aunque ellas sí pueden entender su lenguaje (a diferencia de los humanos), Alderik se comporta habitualmente como un niño con tal trastorno. Normalmente no la esperas cuando aparece, y cuando crees que va venir tarda o directamente ni se presenta; "no es el momento adecuado", es la respuesta comodín que humanos y hermanas han desistido de entender. Si buscas lógica en lo que hace Alderik no la vas a encontrar; sólo la encontrarás cuando dejes de buscarla. Es la más impredecible y rápida de todas las musas, y cuando aparece ya no hay vuelta atrás. Es la única que, aparentemente, puede aparecer sin ser llamada, aunque cuando se presenta sin avisar puede traer a otras musas con ella, especialmente a Essel. Se desplaza saltando, volando o rodando como bola de nieve imparable pendiente abajo. 
Desde fuera podría parecer que Alderik tiene un patrón errático de vuelo, que no sabe lo que dice, que se fija en nimiedades, que se ríe de cosas que no tienen gracia... pero bueno, que no veas sentido en lo que alguien hace no quiere decir que lo que hace esa persona carezca de sentido, ¿verdad?
La Séptima es una musa exterior y el concepto "edad" no puede aplicársele.

—eh, mira. Hay una luz al fondo del pasillo— exclama Uxu, aún junto a Essel al frente de la fila.


—Qué dices, no hay ninguna luz, no inventes.


—Oh, sí que la hay—Uxu se ríe, comprendiendo que Essel no puede ver la pequeña llamita como fuego fatuo al final del túnel—a lo mejor es que tú no puedes verla aún.


Essel da un resoplido, ante eso se tiene que callar porque es cierto. Aún yendo las dos las primeras en la fila, ella caminando como antes y Uxu como lucecita anaranjada pegada a su hombro, hay cosas que su hermana de los Imposibles puede ver /antes/ que el resto de las musas, como ya se dijo.


—Puede que sea falso.—También se dijo ya que Uxu a veces ve cosas que no están ahí y nunca existirán. Es su naturaleza. Aunque esta vez lo que ve la musa de los Imposibles no parece tratarse de una ilusión.


—No, no lo es. Es un resplandor que ilumina las paredes hasta el techo, aunque desde aquí no puedo ver de dónde procede...


—Esperad...—en ese momento, La Primera se detiene. No puede por menos de confiar en la visión de Uxu aunque tal vez sea incierta; si es verdad que hay una luz al fondo del corredor, entonces ellas están a punto de llegar a su destino.—Padre me advirtió de algunas cosas antes de empujarme al plano terrenal en este cuerpo.


—¿Ah, sí?—Yinn frunce el ceño, poniéndose de puntillas y estirando el cuello para mirar por encima del hombro de Essel: los contornos de la pared de roca aparecen claros ante sus ojos de mirada fluorescente, pero ella tampoco puede ver ninguna luz—¿qué dijo? ¿por qué a mí no me contó nada?


—No sé—Aru se encoge de hombros, no tiene ni idea de por qué padre la eligió a ella y no le contó nada sobre Esalon a ninguna otra de sus hijas— en realidad no importa mucho, dijo que no lo recordaría. Cuando lleguemos a Esalon, ninguna de nosotras recordará nada excepto que somos hermanas y musas.


Owri asiente sin decir nada y se apoya contra la pared para descansar un poco. Las Siete estaban acostumbradas a no saber nunca cuál era su mision en el plano tangible y terrenal, fuera del limbo de las musas en la casa de su padre. Eso no era nada nuevo, aunque ahora se pregunta qué le habrá dicho Kira a Aru, ¿un tipo de advertencia o algo así? ¿por qué su padre habría hecho eso sabiendo que luego ninguna de ellas lo recordaría?

(...)

*Nota: estoy editando para poner unas imágenes que no me deja colocar.

**Nota1: Hay once capítulos más escritos en este trabajo, si alguien gustara de leerlos por favor me lo haga saber.

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