Pueblos Cautivos “Una masacre espiritual que late en el corazón de la justicia”.Por Adelaine Soto Alvarez Peridosita y Escritora cubanoamericana.

En Cuba no solamente están cautivos los hombres y mujeres que sin libertad andan por las calles llenos de pavor y miedo. O aquellos que son condenados a una fría celda sin condiciones, donde los sumen al maltrato físico y psicológico por cualquier delito que hayan cometido, o simplemente porque disientan de los ideales del amo.

La historia de esta represión organizada es espeluznante y real, y está marcada en los corazones del pueblo defensor de los derechos como una llaga incurable, por lo que es necesario recordarla y narrarla a las nuevas generaciones y aquellos que tuvieron la suerte de no verse enredados en sus tentáculos.

Hacer mención a cada hecho sería lo ideal, pero en este caso voy a referirme a uno de los actos más bárbaros que ha cometido la dictadura cubana en contra de la libertad del hombre y que no ha sido otro que la creación de “Los Pueblos Cautivos”

Por lo que comenzaré por un breve recuento de lo acontecido en la isla aprisiona a partir de que el régimen comunista tomó el poder en 1959, dándose a la tarea de sumir al pueblo en una eterna cárcel.

Entre los innumerables ataques que comenzó a profesar, estuvo en primer orden el de controlar a los supuestos desafectos. Los que solamente por disentir fueron confinados a estos sombríos parajes obligados a vivir y morir".

Para ello la emprendió con diferentes formas represivas, entre ellas la de crear " los pueblos cautivos" con la finalidad de mantener bajo estricto control y lejos de sus provincias de origen a los miles de campesinos colaboradores del movimiento armado guerrillero y opositor que surgió en los años 1960 en la montañosa zona del Escambray


Después de un intenso acto de espionaje arremetió contra infinidad de núcleos familiares residentes en el Escambray y en zonas aledañas. Para ello invadió cada propiedad privada, y confiscó cuanta pertenencia tenía el supuesto traidor, arremetiendo en primer lugar contra los hombres de cada vivienda, y dejando a sus familiares a la deriva, sin protección ni amparo gubernamental.


Muchas fueron las familias condenadas a este destierro forzado dentro de su propia patria, y los que fueron a parar a diferentes lugares como Briones Montoto y López Peña en el municipio pinareño de San Cristóbal. Sandino en Pinar del Río, Los Quemados Municipio de Manicaragua. Y a los demás los enviaron para un lugar llamado Miraflores, en la provincia de Camagüey.


Este destierro comenzó en 1970 y no se detuvo hasta 1985 con el traslado del último núcleo campesino que vivió en aquella región central del país.


Los viajes para proceder a este desarraigo ocurrieron unos tras otros hasta que no quedó ni un campesino sin ser desalojado de su lugar de origen.


Lo que no solamente demuestra la desfavorable y represiva actitud de confinamiento del régimen totalitario que dirige la isla cubana dentro de sus modalidades improcedentes, sino que en ella este bien definido su carácter arbitrario y cruel

Pero esto no le importo a ninguno de los gobernantes cubanos, su objetivo era controlar y castigar a los que valientemente tuvieron el coraje de enfrentarlos con uñas y dientes, y tomaron las armas y se introdujeron en las lomas para acabar con la dictadura que se acababa de implantar.

Comenzaron los escuadrones del ejército a citar a los implicados con los levantamientos en armas en las zonas montañosas, con el objetivo de aislarlos de por vida de la parte para ellos afecta, y no contaminar a los supuestos revolucionarios.

Todo por el terrible miedo a que continuaran organizándose y terminaran con el gobierno, por eso no se detuvo la búsqueda y captura, a través de la operación Limpieza del Escambray” acusándolos de contrarrevolucionarios, y condenándolos a muchos años de cárcel.

A los implicados en estos hechos no sólo los encarceló, sino que los desheredo de sus propiedades, al igual que hizo con los colaboradores, o presuntos colaboradores, que los desterró del lugar y envió a las construcciones y al trabajo forzado de las “Comunidades Cautivas”

Entre los citados al aislamiento se encontraban algunos exguerrilleros que nunca fueron identificados como tales, pero eso no los exonero de culpa, y fueron conducidos como, criminales, escoltados por oficiales de la Seguridad del Estado hasta el estadio deportivo de la ciudad de Santa Clara.

Allí conglomeraron a todos los cabezas de familia, en este caso a los hombres, amenazándolos a través de un corto discurso, donde les dijeron que los iban a trasladar hacia otras provincias, porque todos eran culpables de contrarrevolución, y tenían pruebas fehacientes de que habían apoyado o participado en los levantamientos del Escambray, por lo que ninguno merecía ni el aire que respiraba.

Para humillarlos más les aseguraron que a partir de ese momento iban a ser confinados no solo de sus tierras y viviendas, sino que su condena era el sufrimiento de ellos, y todas las generaciones que estuvieran nacidas o por nacer.

Muchos pensaron que con el tiempo su situación iría mejorando y que los odios de las partes en conflicto quedarían en el pasado, pero la frase que los oficiales castristas le dijeron a todos estos hombres a la hora del destierro, en la ciudad de Santa Clara, el 15 de diciembre de 1971, no fue dicha para que se olvidara, pues fue cumplida a cabalidad, junto con la apropiación de reses, tierras, sembrados, viviendas, y artículos personales.

De inmediato, a todos estos acusados los montaron en un tren cuyos vagones habían sido convertidos en pequeñas prisiones móviles y bajo fuerte custodia militar fueron conducidos hacia su nuevo destino: los que serían “Los pueblos cautivos” y donde los esperaba la tristeza y la calamidad, entre la represión y la muerte espiritual.

Allí se convirtieron en prisioneros desterrados. Obligados a trabajar entre diez y doce horas diarias, sin condiciones de vida, mala alimentación, maltratos, castigos, golpes, falta de atención médica y sin ningún tipo de contacto familiar, pues construir sus prisiones era uno de los castigos.

Nunca se supo la cantidad de campesinos que fueron a este destierro cautivo, pero se calcula que las cifras sobrepasaban los 2500, lo que indica que las víctimas de esta inmolación pudieran ascender a diez mil cubanos, si no fueron más.

Mientras estos hombres condenados a trabajaban de sol a sol y aceptar a la fuerza este traslado, el gobierno se dedicaba a la selección política de los familiares que componían el núcleo de cada uno de ellos, los que a la partida de los hombres al trabajo de construcción de las comunidades, quedaron desamparados a merced de algunos familiares y amigos que se condolieron y les dieron abrigo, pues una gran mayoría de ancianos , niños pequeños, y enfermos, después que se llevaron a los hombres al destierro, fueron expulsados de sus viviendas, sin impórtales la suerte de cada uno de ellos.

Se conoce que los que no encontraron cobija, tuvieron que malvivir en tinglados bajo el cielo y condenados a esta turbulencia de intolerancia gubernamental.

Pero no les bastó con esto y siguieron el rastro de cada uno de los que de una forma u otra trataba de liberarse de la opresión del recién gobierno, y seis años después de estos hechos, y de liquidarse al último foco guerrillero, el 15 de diciembre de 1971, la policía política citó nuevamente a cientos de campesinos que aun quedaban en el lugar, y que fueron acusados de haber apoyado a los grupos armados opuestos al régimen, y fueron también llevados al mismo lugar de los anteriores.

La intención del gobierno era limpiar los alrededores del lomerío central del país de elementos que en el futuro pudiesen apoyar otra acción armada contra el régimen de Fidel Castro.

Los desterrados demoraron un promedio de dos años y medio en construir las primeras viviendas de los denominados “Pueblos cautivos”, por lo que hasta 1973 no comenzaron las mudanzas de las primeras familias, el resto lo hizo en 1985.

Muchos de los obligados a esta masacre espiritual, cuando menos lo esperaban, se aparecían en sus puertas varios militares armados, y sin saludar si quiera, les decían que tenían que salir del lugar porque ya la vivienda estaba terminada y había llegado la hora de partir al cautiverio familiar, por lo que les daban la dirección y les ordenaban irse de de forma rápida y sin protestas.

También les advertían que no tenían que llevar nada porque las viviendas estaban amuebladas, pero esto fue una de las tantas mentiras, pues muchos pudieron comprobar que los nuevos apartamentos se encontraban vacíos.

Al cabo de poco tiempo supieron todos que las viviendas que tuvieron que abandonar a la fuerza y sus tierras, fueron ocupadas por personas afectas al gobierno, y de forma gratuita y nunca les pagaron por sus propiedades ni un solo centavo. Es decir que esto constituyo a una de las tantas expropiaciones ilícitas que ha cometido la administración comunista.

La primera etapa de estos desalojos se realizó en camiones desde Güinía de Miranda hasta los llanos de Jibacoa, en el mismo Escambray. Otras familias salieron de los diferentes municipios.

Los locales donde los albergaron no tenían condiciones para juntar a personas mayores con niños, pues no había privacidad Todo se componía de literas estrechas, de tablas, muchas sin colchonetas.

Los militares custodios del lugar le dieron leche a los pequeños y algo de comer a los adultos. Al otro día, continuaron las deportaciones en camiones similares hasta Manicaragua. De allí a un lugar llamado El Ranchón, donde las condiciones eran mucho perores.,

Al llegar a este lugar no le dieron comida a nadie, ni siquiera leche a los niños. Al oscurecer, los volvieron a subir a los camiones hasta Santa Clara.

Los bajaron en unos solares yermos cerca de la estación del ferrocarril sin consideración, a pesar de que la mayoría eran mujeres, ancianos y niños, pues la a mayor parte de los hombres desde 1971-72 estaban presos en diferentes regiones de la provincia occidental de Pinar del Río.

En esta ciudad pasaron la noche sin dormir, atacados por los mosquitos, con un intenso frío y mojado por la lluvia que para más desgracia comenzó a caer.

Al poco rato los subieron al tren, ese que años antes había llevado a los hombres al destierro de las comunidades cautivas.

Era un tren con muchos vagones convertido en cárceles móviles diseñadas para las mujeres, niños y ancianos con el mismo rigor que para los hombres.

En los mismos iban como custodios en cada vagón ocho o nueve guardias armados hasta los dientes, ninguno podía moverse.

Los niños lloraban asustados, y por la inmensa hambre. Los viajes duraban más de 35 horas, era una tortura irresistible, pero ninguno podía hacer nada.

En este tren-cárcel, iban personas para los pueblos cautivos construidos en López Peña, Briones Montoto y Sandino. "

En la medida en que llegaban al final del trayecto, la caravana dejaba los coches y continuaba su viaje hasta la próxima parada y así, hasta llegar a la última".

Algunos de los deportados a la fuerza llevaban algunas pertenencias, pero ninguno la pudo llevar consigo, sino en otro lugar que nadie conocía, después supieron que las traían en un tren de carga.

Al llegar tuvieron que enfrentarse a la nueva odisea de buscar dentro de un sin número de bultos cuales eran los de cada cual.

Cuando ya cada uno localizó el suyo, fueron al encuentro con los hombres de la familia los que llegaban en busca de las mujeres y los niños en carretas tiradas por bueyes. Todos sucios, mal comidos, delgados, y con la piel ennegrecida por el sol.

Estos hechos, así como los encuentros familiares ocurrieron hasta mediados del año 85 en que se realizó el último destierro del Escambray hasta el cautiverio.

Todos acusados de insurgentes, sospechosos de colaborar, y guerrilleros, por lo que comenzaron a sobrevivir bajo estricta represión policial y todos en pueblos con adversas condiciones de convivencia, pero si con excelentes condiciones para la vigilancia

Con el paso de los años habilitaron tres casitas como escuelas primarias. Más tarde, al darles casa a los últimos presos, convirtieron el albergue donde vivían en escuela

Los adolescentes que asistían a la secundaria básica debían dirigirse hasta el pueblo de San Cristóbal, ubicado a ocho o diez kilómetros de distancia, la mayoría de las veces a pie, por no tener transporte para trasladarse".

Así se mantuvieron por muchos años, hasta que al final en 1978 el estado comenzó a mejor las condiciones. Por ejemplo, las principales calles fueron asfaltadas, pavimentaron las aceras, habilitaron áreas verdes e inauguraron algunas tiendas de productos industriales y alimenticios.

Además, crearon una sala de video, y ampliaron la posta médica entre otras cosas sociales. Todas estas supuestas mejoras fueron construidas por la mano y obra de los hombres de cada familia en cautiverio obligados a trabajar como esclavos.

La única entrada y salida de estos pueblos cautivos construidos en Cuba para los desafectos del sistema totalitario y residentes del Escambray solamente tienen una entrada y una salida, que se compone de un terraplén, que se extiendo por dos o tres kilómetros hasta la autopista.

Cuanto estamos en tiempo de lluvias se convierten en pantanos, en tiempo de seca, en polvo y suciedad.

Todas estas zonas cautivas están rodeadas de montes y sabanas y el pueblo más cercano está ubicado a 14 o 20 kilómetros de distancia.

Otra de esta realidad cautiva y desterrada, es la vigilancia permanente. Las visitas de la policía política (DSE o G-2) son periódicas y las citaciones a sus dependencias son constantes.

Todos son vigilados todo el tiempo. Ninguno puede tener relaciones de amistad ni intercambiar nada con vecinos sin correr el riesgo de ser acusados por el cuerpo represivo.
En cada edificio hay tres o cuatro familias de confidentes. Los oficiales del DSE y los confidentes se reúnen cada semana en locales de la escuela básica para intercambiar informes y dar nuevas instrucciones.

Las vicisitudes de los desterrados no sólo están presentes en la observación, control y amenazas policíacas, sino que también se manifestaban en los aspectos económico-laboral y político.

Y como si esto fuera poco, todos los residentes de estos pueblos cautivos fueron y son actualmente sometidos a una sistemática discriminación laboral y económica.

La falta de confianza política que sobre ellos ejerce todavía en la actualidad el Estado totalitario, les limita al acceso a trabajos de mayor responsabilidad y mejor remuneración.

En estos pueblos cautivos cubanos nunca han existido alambrados ni soldados armados que limiten los movimientos, pero están encerrados en una cárcel diferente, en la cual la disciplina penitenciaria, las cercas y los guardias están programados en las percepciones, por lo que todos están y se sienten en calidad de prisioneros del régimen.

Sienten diariamente el dolor y el castigo del destierro, y son sumidos a la indigencia económica y social, así como calificados de contrarrevolucionarios, escorias, y otros epítetos más de la lengua del gobierno.

Toda esta discriminación general crece por días. Y los obligaba a integrarse, y a asistir a actos de apoyo del régimen. Y si se niegan los maltratan aún más.

Ante esta barbarie espiritual muchos de los condenados al destierro de las comunidades cautivas cubanas, deseaban y aun desean emigrar a Estados Unidos.

Algunos son aceptados, otros no, por lo que los denegados si por casualidad son estudiantes o se encuentran trabajando para sobrevivir, son sometidos a actos de repudio, y los expulsan del empleo.

Todos los residentes de los pueblos cautivos que viven y vivieron en la situación antes señalada son víctimas de las más refinadas torturas psíquico-físicas que se les pueda ocurrir a mentes desequilibradas como a la que dirige arbitrariamente a la nación cubana.

Decir Pueblos Cautivos, Comunidad Cautiva, es lo mismo que decir penitenciaría, ahí se asfixian a familias completas e inocentes que por una razón u otra trataron de hacer justicia a su país, desde las lomas del Escambray.

Ahí malviven hacinados, perseguidos, y hostigados, sin más opción que la resignación que nunca les llegará, porque su valentía ya fue comprobada y por eso el inescrupuloso sistema los ha sometido a una de las pruebas más monstruosa y pérfidas, con el objetivo de someterlos por venganza a la más extrema crueldad conocida en el mundo por el miedo que tienen a que un nuevo levantamiento en armas les derribe su monarquía.

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