Spanish Movement: 

Acampadas en las plazas de España. Los ciudadanos se manifiestan en pos de una democracia real

 

Por Carolina Iñesta-Quesada

Frases dichas con emoción y lágrimas en los ojos, como:

“Toda una vida esperando esto”

“No estábamos dormidos, estábamos soñando”

“Los jóvenes no somos el futuro, somos un desaprovechado presente”

 Y otras dichas con el típico humor irónico español, que nunca se pierde, como:

“No hay pan para tanto chorizo” o  “Nos pedís austeridad   desde el Mercedes Clase A”

 Pero todas dichas con fuerza, con energía, con mucha esperanza… 

 El grito es unánime: El prometido “estado de Bienestar” de la Madre Patria ha pasado a ser el “estado del Malestar”, aproximadamente desde que el país abandonó su moneda para entrar en el euro.

Se prometió que no habría redondeo de precios y lo que ocurrió es que, sin que los sueldos subieran, en estos últimos 10 años el precio de las cosas se ha multiplicado por 4, incluido el de la vivienda. Y también por 4 se ha multiplicado el paro, especialmente en los últimos años.

Esto, sumado a la corrupción e impunidad política de los partidos predominantes, al abuso por parte de los bancos y empresas de telefonía, hidroeléctricas etc., a las tremendas cifras de desempleo, a los impagos impunes a particulares y empresas, a los recortes de oposiciones y funcionariado, recortes en educación y sanidad,

a la sospechosa pasividad de los Sindicatos, a la llamada “fuga de cerebros” (gente muy preparada que debe salir del país para trabajar), a las ayudas negadas o ineficaces para gente con problemas de dependencia y un largo etc. de factores, ha acabado por llevarse por delante la calidad de vida a la que los ciudadanos de este precioso país que es España estábamos acostumbrados. 

 

Todo cuesta demasiado en España… y no me refiero solo a dinero. Algo tan básico como comprar una casa y encontrar un digno puesto de trabajo es misión imposible, y a quien lo tiene o consigue se le considera que “tiene suerte”. 

 

Los jóvenes salen a la calle, de forma organizada y pacífica, a pedir algo tan simple como un empleo adecuado a su nivel de estudios y ciertas condiciones que les permitan comenzar a formar una familia, ni más ni menos.

 

(Jóvenes que se abrazan y lloran en Elche)

 

Los no tan jóvenes les gritan demandas de  JUSTICIA a empresarios, banqueros y políticos. Pero todos tienen (tenemos) algo por lo que gritar. Todos juntos, unidos.

Y por este hermoso sentimiento de unidad se están caracterizando las concentraciones del 15-M. En ellas, la gente se pasa los megáfonos para expresar libremente lo que cada uno quiera, y todos escuchan con máximo respeto, aunque no estén de acuerdo en todo. Digan lo que digan los megáfonos, el resto de ciudadanos asistentes aplauden, emocionados, tan solo porque el pueblo está gritando ¡al fin! al pueblo sus reivindicaciones y compartiéndolas con todos, ya que LOS POLÍTICOS NO NOS REPRESENTAN.

 

 “No nos representan” es una de las consignas que se grita y es la sensación generalizada. Parece que los distintos gobiernos y políticos de España, habitualmente, dejan de trabajar por y para el pueblo, y que, por el contrario, comienzan a exprimirlo. En algún momento, ellos dejaron de estar a disposición del ciudadano; es el ciudadano de a pie quien comenzó a estar a disposición de sus ambiciones y bolsillos. 

 

Y muchos años ha aguantado callado el español medio. ¿Dónde estabais?, preguntaban desde otros países. ¿Estabais dormidos?

Un ciudadano dio la respuesta precisa en la concentración de Elche, el pasado viernes: “No estábamos dormidos, estábamos soñando”. Soñando con un mundo mejor, soñando con que la crisis se arreglaría antes de alcanzar los niveles que ha alcanzado. Soñando y confiando, confiando… demasiado. 

 

Pero en las concentraciones, en las plazas de España, no se dan mítines partidistas: se clama al cielo por un cambio general en el funcionamiento político.

No se dan discursos, se comparten experiencias. 

 

No veréis en las cámaras instaladas por algunas webs o en las noticias carteles de una u otra tendencia, no veréis sólo a jóvenes (como insisten en decir algunos medios) sino a familias enteras, gente de todas las edades que grita unida. 

 

En las concentraciones se evita la suciedad y la violencia. Se llama al movimiento pacífico, se reparte comida casera, mantas y alegría, se cuentan chistes,  se juega con los niños, se cantan canciones, se ofrece información y libertad de expresión… y se pasa la escoba para que todo quede limpio. 

 El punto de tensión se vivió a las 12 de la noche del viernes, 20 de mayo, pues comenzaba la jornada de reflexión de cara a las elecciones autonómicas y locales del día 22. La junta electoral había decretado la prohibición de las acampadas en las plazas durante dicha jornada, pero todos los ciudadanos presentes desafiamos dicha prohibición, alegando a nuestro libre derecho de reunión y al carácter no partidista de las protestas. Al fin y al cabo no solo no había ningún cartel referente a determinados partidos en las acampadas sino que LOS PARTIDOS NO RETIRARON LOS SUYOS durante dicha jornada de “reflexión”. 

Los ciudadanos nos unimos para reflexionar todos juntos. Para reflexionar más que nunca. Y fue de alabar el pacífico y justo papel de la policía esa semana, que con más ganas de unirse a nosotros que de obedecer órdenes, optó por finalmente por NO DESALOJAR. Tan solo lo haría si había altercados, nos informaron. En las plazas había niños y ancianos (y una servidora en tacones, poco preparada para correr), así que todos esperábamos con algo de tensión e incertidumbre, callados y sentados, que esa fuera su decisión final. Tras recibirla, todos emitimos un “grito mudo” en señal de respeto a policía y vecinos y de protesta contra el órgano emisor de la prohibición. 

Como mala noticia, hoy, 27 de Mayo, añado que ha sucedido algo en Plaza Cataluña (Barcelona) que me hace retractarme de mi elogio anterior a la policía, al menos en esta ciudad... Con malas y parcas excusas, como la celebración de un evento de futbol,  la policía a embestido contra los pacíficos manifestantes. La gente permaneció sentada, incluso entregó rosas a los "mossos d'esquadra" (policía catalana)... pero a golpe de porrazo y disparos con pelotas de goma han desalojado la plaza y han tirado pertenencias personales a la basura. Ha habido muchos heridos, incluso uno grave con perforación de bazo y pulmón... No estamos acostumbrados a esto en nuestro país y no es lo que queríamos. Pero esto no nos detendrá, al contrario, a encendido más los ánimos.

El día anterior, eminentes pensadores como Eduardo Galeano y el científico Eduard Punset habían alabado a los acampados y los había llenado de ánimo.

 

Aún así, España quiere seguir manteniéndose pacífica y toma como ejemplo las manifestaciones de Francia en mayo del 68, donde se derrocó a un gobierno autoritarista y opresor, y las recientes manifestaciones de Islandia, donde, a golpe de grito y cacerola, se han conseguido logros tales como la nacionalización de sus bancos, la reforma de su constitución, la dimisión del gobierno, el encarcelamiento de los que se han aprovechado económicamente de la situación de crisis, que el pago del endeudamiento del país no lo pague el pueblo y que todas las decisiones económicas de importancia pasen previamente por referéndum. ¡Ahí es nada! 

 

¿Qué se pide? ¿Cuáles son los motivos que han sacado la gente a la calle en España?:

 

Entre algunas de las reivindicaciones que se reclaman está acabar con los desmanes que el pueblo está sufriendo por parte de la Banca, y que, entre otras cosas, impiden el derecho constitucional a una vivienda digna. 

 

Otra de las reivindicaciones principales es acabar con los extensos y desmedidos privilegios de la clase política. Como ejemplo de estos privilegios podemos citar que, mientras el salario mínimo de un trabajador en España es de 624 €/mes, el de un diputado es de 3.996, pudiendo llegar, con dietas y otras prebendas, a 6.500 €/mes. De esta forma un licenciado preparado como pueda ser un profesor, un maestro, un catedrático de universidad o un cirujano de la sanidad pública, ganen menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera, algo que el pueblo español considera indignante. 

Además, para más INRI, mientras los funcionarios ven sus sueldos y su número de trabajadores recortados, los políticos pueden subir sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca (siempre por unanimidad, por supuesto, y al inicio de la legislatura).

  También consideramos INDECENTE, tal como dice Pérez Reverte, que un ciudadano tenga que cotizar 35/40 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste sólo con siete, y que los miembros del gobierno, para cobrar la pensión máxima, sólo necesiten jurar el cargo.

 

La Justicia es otro punto de mira: Nuestra injusta Justicia, que otorga más defensa al delincuente que a la víctima y que se deja influenciar por tendencias políticas necesita una revisión en profundidad. Y muchas plataformas tienen abogados voluntarios, llenos de ideas. 

 

Acabar con la tremenda situación de crisis, con el paro, con el número desmedido de contratos temporales y precarios con los que los empresarios se ríen del empleado, por regla general, son, entre otros, otros de los factores a cambiar. 

 

 

¿Han servido para algo el movimiento 15-M? ¿Cambiará algo más en el futuro?

 

Las acampadas han tenido un número inesperadamente alto de seguidores. 

En los días de máxima afluencia se han contabilizado: 

 

26.000 personas en distintas plazas de la capital: Madrid

 

 

 

Más de 15.000 concentrados en Barcelona

 

 

 

 

 

10.000 en Valencia…

 

Y así hasta en un centenar de ciudades y pueblos a lo largo de todo el país, e incluso fuera, como ha ocurrido con emigrantes españoles en Berlín o Nueva York. 

Pero mucho mayor y más unánime es el número de INDIGNADOS en realidad, pues mucha gente no ha podido asistir a estas concentraciones debido a viajes, trabajo, compromisos… y también debido al miedo a los altercados (que finalmente no hubo). Si echamos un vistazo a las redes sociales de los españoles, vemos que el grito es prácticamente unánime: Un país unido que grita, sin importar su color o su ideología, exceptuando a algunos sectores partidistas más radicales. 

 

Por el momento, las concentraciones han servido para que aumente de forma significativa el número de diputados y regidores de partidos minoritarios en las autonomías (considerados alternativa al bipartidismo imperante), tras las votaciones del 22 de mayo. Esto se interpreta como una búsqueda de alternativas y como un castigo a los poderosos. Pero el pueblo no pide exactamente eso y no está dispuesto a quedarse ahí, pretende continuar, de forma puntual, pacífica y organizada con las concentraciones, siguiendo el ejemplo de Islandia o del Mayo del 68 francés, hasta conseguir sus objetivos: JUSTICIA Y DEMOCRACIA REAL.