ESPERANZA Y LOCURA 

Qué tristeza le llega  cuando mira el camino…

Quedó  ahí esperando…  y el hombre ni arrima…

Muy joven era,  cuando él partió. 

Ahora es vieja cuando se mira,

Y la angustia a ella invade,  cuando  pregunta al espejo,

si aún  gustará al mozo,  que sorbiera  su virtud y  se fuera,

 dejándola esperanzada, de volver para hacer vida juntos,

en esta casa olvidada, la heredada del padre

cuando por la malaria  muriera.

Su madre rehízo su vida,  no quiso irse con ella…

¿Para qué se fuera ir de aquí…

si encontró el amor de su vida…?  Ella aquí  aguardaría. 

Pasaron los años,  transcurrieron muchos más,

se fueron los días de verano, vinieron otros de  otoño,

llegaron los fríos de invierno, lucieron los de primavera…

y en todo este tiempo, ella nunca ha descansado,

a diario se le mira, sentada junto aquella ventana.

Sus ojos siempre  buscan, a quien por ahí se fuera.

Son tantos los tiempos y no ha retornado, 

No hace caso a una vocecilla que dice… 

¡Él no vendrá ya más...! Es la voz de la prudencia,

 a esa no la escucha. Atiende a su corazón que habla,

de tener esperanzas,  de pronto verlo llegar… Sólo repite…

¿Acaso no  prometió venir al hogar…? Entonces espera,

 Funda la esperanza en mirar…, 

ahí está la ropa que dejara,   acomodada en el ropero,

no está más regada en  la única recámara,

El día cuando se marchó, ella la acomodó con cariño

la puso de tal modo, que con sólo mirarla,

sabe representa a quien sin embargo no ha vuelto,

a pesar estarlo esperando, un montón de años y años.

Partía para hacer fortuna, al menos  fue lo que dijo.

Tal vez  se quedó con alguna,  aquí se  quedó con su hijo…

pero ese también se le fue,  la pulmonía se lo llevó,

dejando a ella solita. Con nadie habla, a nadie trata,

La gente la ve y la rehúye, ella sólo vive para esperar, 

aguardando al hombre,  mirando siempre el camino, 

rememorando su nombre,  y recordando a su hijo...

No llega, tanto se pregunta…  ¿acaso ya no vendrá…?

Mas no desespera, sabe es necesario aguardar.

Ha estado así,   en esa ocasión apenas ocurrió

 cuando alguien llegó... Fue un hombre jovencito,

dijo que se perdió, deambulando por el llano,

mas ella de cuanto dice,  nada escucha, está feliz…

sólo sabe es el hombre a quien ha esperado…,  tanto,

cuanto lo confunde con aquél  que marchó.

Lo recibe y lleva  a la recámara. Lo colma de cariñitos,

busca  entregarse a él.  Espantado el joven la rechaza,

por lo cual desesperada, agarrando la vieja pistola, 

que su padre por ahí dejara, encara al intruso.

Furibunda  va echando en cara el abandono, 

mientras el pobre muchacho perdido, 

sin saber de qué se trata,  suplica llorando no lo mate,

por lo que más quiera,  se lo pide…

Pero no lo hizo con él,  fue ella quien desesperada,

sintiendo su vida acabada, al entender la confusión

muere porque le viene,  un infarto fulminante…

La antigua morada una vez más,  de luto se ha cubierto,

mientras por allá muy  lejos, feliz  con otra mujer,

hay un hombre que  se acuerda de pronto,

 hace tiempo él tuvo en brazos otra dama…,

que estaba loca por él…