Hugh Jackman toma el relevo de Anthony Hopkins en la trilogía en marcha de Florian Zeller. Tras 'El padre', 'El hijo' se adentra en la enfermedad mental como la asignatura pendiente de nuestros días

Hugh Jackman (Sidney, 1968) cae bien. No tanto por todo lo que sonríe (que es mucho) sino por todo lo que esfuerza en caer bien. A todo hay que dedicarle tiempo y ganas. «He llegado a la conclusión de que pierdo menos tiempo atendiendo a todo aquél que se acerca a pedirme un autógrafo que intentando esconderme», dice si se le pregunta por su afición a acercarse a los que le llaman.

La entrevista tiene lugar en Venecia, en pleno festival, y los gritos por la calle son muy altos. «Por otro lado, si cuentas tu vida en las redes sociales de forma detallada y sincera, dejas de tener interés para los paparazzi o para los vendedores de secretos», añade. Y sonríe.

Su nuevo papel en El hijo, de Florian Zeller, en cambio, es cualquier cosa menos agradable o sólo simpático. En él da vida a un hijo que también es padre y que tiene que lidiar con muchas cosas: las ruinas del patriarcado, el rigor de su progenitor y la enfermedad mental de su vástago.

«El cine, a veces, no es sólo entretenimiento», afirma el que fuera (y lo será de nuevo dentro de poco en Deadpool 3) Lobezno con gravedad, pero sin perder la sonrisa. Cae bien.

¿Qué hace a un actor que ha sido superhéroe además de gran showman acercarse a un papel como éste?

Es difícil describir el mecanismo que te lleva a un papel. Aunque a veces es muy sencillo. Y en este caso fue simple. Había quedado impresionado por El padre y un día recibí una llamada de mi agente en la que me recomendaba echar un vistazo a El hijo. Leí la obra y lo vi claro. Aunque jamás me había atrevido a hacer algo así, le escribí a Florian (Zeller) y me ofrecí. Le dije que entendía que, si estaba en conversación con otro actor, no me hiciera caso. Pero me tuvo en cuenta y me llamó.

Y hasta aquí. Antes de hijo, como dice el título, su personaje es padre.  ¿Cómo definiría el trabajo a tiempo completo de ser padre en la vida real?

Si algo he aprendido todos estos años (tiene dos hijos de 17 y 22 años con Deborra-Lee Furness) es que ser padre consiste básicamente en equivocarse. Nunca sabes si estás o no haciendo lo correcto. Intentas proyectar lo que viviste de niño, o lo que te enseñó tu padre, en la educación de tus hijos, pero pronto descubres que los tiempos han cambiado y que lo que valía en el pasado ya no vale en el presente. Y luego tienes que tener claro que los hijos son personas diferentes a ti y que las fórmulas no valen. Ser padre es estar siempre acompañado del desconocimiento de las cosas, del miedo y de dudas.