Kevin Costner y Whitney Houston protagonizaron uno de los placeres culpables más populares de los años 90: El guardaespaldas. A pesar de las malas críticas, aquel drama romántico con tintes de musical fue la segunda película más taquillera de 1992 y, hoy en día, sigue siendo la banda sonora más vendida de todos los tiempos.

Tras aquel éxito de masas, no es de extrañar que Kevin Costner llegó a trabajar en una secuela basada en su personaje. Pero lo que seguramente no imaginabas es que el proyecto tomó forma en secreto y con una protagonista de lo más inesperada.

El actor y director escribió una continuación para su personaje, el ex agente del Servicio Secreto convertido en guardaespaldas de famosos, Frank Farmer.

Y en esa historia pasaba de ser el protector de cantantes problemáticas a proteger a una mujer interpretada por la Princesa Diana de Gales.

Como lo leen. Por imposible que parezca, la Princesa Diana quería seguir los pasos de Grace Kelly, pero al revés, convirtiéndose en actriz de la gran pantalla y con Kevin Costner como mentor y compañero. En el momento en que surgió la idea, Diana ya estaba divorciada de Carlos de Gales y cumplía sus labores humanitarias como la primera princesa no real de la casa británica.

“Diana y yo hablamos sobre hacer El guardaespaldas 2” confesó el mismísimo Kevin Costner hace siete años al presentador Anderson Cooper en su programa para ET, dos meses después de leer una dedicatoria en el funeral de Whitney Houston. “Le dije que iba a cuidar de ella de la misma manera que había cuidado de Whitney” le dijo.

“Ella quería que yo lo escribiera para ella [el guion]. Y le dije ‘lo ajustaré para ti si estás interesada’, y me contestó ‘Estoy interesada’”. Y así lo hizo.

Costner se puso manos a la obra y pidió que escribieran un guion para esta secuela. Pero el destino no quiso que tuviéramos esta continuación que, seguramente, habría captado la atención del mundo entero: Kevin recibió el primer boceto del libreto tan solo unas horas antes del accidente que mató a Diana en París en la noche del 31 de agosto de 1997.

Resulta increíble imaginar que Lady Di estaba dispuesta a dar el salto a Hollywood. Con el paso de los años tras su muerte, fuimos conociendo anécdotas sobre su ansiedad e inseguridad ante el acoso constante de los fotógrafos y la prensa. Su vida sufría del escrutinio constante, y por qué estaba dispuesta a empeorarla con una película como actriz, no me cabe en la cabeza.

Haciendo memoria, quizás porque era un tema que le tocaba en lo más profundo. Ella misma tuvo un guardaespaldas especial en 1984-86, del que llegó a decir que estuvo enamorada en unas grabaciones con su profesor vocal, Peter Settelen.

Nunca dijo su nombre, pero la prensa enseguida apuntó a Barry Mannakee, un policía de la Unidad de Protección Real que cuidó de ella hasta que lo retiraron del puesto tras conocerse una supuesta relación inapropiada entre los dos.

Barry murió en un accidente en motocicleta en mayo de 1987, creando una de las teorías conspiratorias más populares de Reino Unido que afirman que su muerte no fue un accidente.